Capítulo 4: Fiscal Arroyo.

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"Los pueblos a quienes no se hace justicia, se la toman por sí mismo más

tarde o más pronto"

Voltaire

No llevaba mucho tiempo trabajando como detective en esta jefatura, pero el último caso de tráfico ilícito de estupefacientes, donde logré capturar a los narcotraficantes, me dio una reputación mucho más grata, por lo que, cuando el jefe de mi jefatura llegó a mí con este caso, solo pensé que debía tomarlo.

—Fiscal Arroyo, espero que pueda desarrollar este caso de la misma forma que pudo con el anterior —me dijo cuando dejó el expediente sobre mi escritorio.

—¿De qué se trata? —Abrí la carpeta, la cual tenía muy pocas hojas, y eso significaba que teníamos mucho trabajo por delante.

—Un homicidio frustrado supuestamente provocado por una chica de dieciocho años, de la que no se conoce la ubicación, ya que desapareció al instante luego del acto. Su madre afirmó que está involucrada en drogas. — Lo miré—. Lo sé. Creo que es la única madre que acusa a su hija de una situación como esta.

—Hay de todo tipo. —En definitiva, sabía de eso.

Revisé con más calma el expediente. El caso venía de un barrio pobre de la ciudad. El sujeto estaba en coma por un golpe con un objeto contundente en la cabeza. La chica inculpada, de nombre Aria Carvallo, no tenía ningún tipo de antecedente, por lo que, si estaba involucrada en drogas, lo escondía muy bien. Por otro lado, David González, de nacionalidad dominicana, pero que había vivido desde los cuatro años en este país, múltiples cargos por drogas, riñas y robos con violencia.

El caso demandaba bastante, pero ahora era muy tarde para continuar con el trabajo, ya mañana a primera hora debía ir en compañía de la policía de investigaciones a ese barrio, porque sola no se podía ir, una nunca sabía cuándo se formaría un tiroteo. Cerré mi sesión en el computador, me aseguré de que nadie pudiera entrar a mi cuenta y salí del despacho, no sin antes despedirme de mis compañeros.

El sótano de la jefatura donde estaba el estacionamiento siempre me pareció un lugar horrible, y era porque odiaba los lugares cerrados. De hecho, había pedido una oficina con la ventana más grande que pudieran darme. Los traumas de la infancia algunas veces nos perseguían toda la vida.

Cuando iba en mi auto, no pude evitar pensar en este nuevo caso. Era diferente a los demás porque, aunque contenía la denuncia por una posible traficante potencial, estábamos frente a un homicidio frustrado, ya que él estaba en coma, pero si moría antes de un juicio, automáticamente se convertía en homicidio simple hasta no conocer todas las circunstancias. Elaboré una lista mental de todo lo que debía hacer mañana, pero claro estaba que tenía muy mala memoria para estas cosas, así que, cuando llegara a mi departamento, tendría que anotarlas todas.

1. Debo ir al domicilio de Aria.

2. Debo visitar el hospital para chequear el estado de la víctima.

No era mucho, pero a raíz de todo esto se comenzaban a formar los casos. Cuando llegué a casa y me recosté en el sofá, dejé escapar un fuerte suspiro de alivio. No había nada como estar en casa después de un día agotador, donde hasta el sillón más duro se convertía en el sillón más cómodo del mundo. Con mucho pesar, me levanté y caminé hacia la cocina,

ya que necesitaba mi dosis de café antes de dormir.

Algunas personas necesitaban café para despertar, yo en cambio necesitaba café para dormir.

Puse pan a calentar y me preparé un huevo.

                                                                                     °✾°

No sabía qué hora era cuando mi celular comenzó a sonar sin parar. Lo cogí sin mirar quién era, pues aún tenía los ojos cerrados.

—¿Fiscal arroyo? El hombre del caso ha muerto.

—¿David González? —pregunté un poco aturdida todavía.

—Sí, ha muerto recién, según llamaron del hospital.

—Muy bien. Gracias, oficial Doll. —Miré la pantalla de mi teléfono un poco más despierta para luego colgar. Eran las cinco y cuarenta de la mañana, apenas había dormido cuatro horas.

Una vez que despertaba no era capaz de volver a dormir.

Cuando llegué a la jefatura, el oficial Doll me entregó el informe que había redactado al recibir la llamada del hospital. Lo revisé y le asentí con la cabeza al ver que todo estaba bien. Me senté en mi escritorio a revisar el informe, la hora de muerte y si estaba en el servicio médico legal para poder ir a inspeccionar el cadáver, pero grande fue mi asombro al ver que la muerte no se produjo por el golpe en la cabeza, sino de otra manera:

"MUERTE POR UNA APARENTE ASFIXIA QUE DESENCADENA UN PARO RESPIRATORIO".

Al parecer, terminaron lo que habían empezado.

Casi parecía un caso donde se tomaron la justicia en sus propias manos. Lo que, en un barrio de esas características, sucedía a menudo. De no ser por la denuncia de drogas, este caso estaría cerrado.

++++++

¿Quién lo habrá rematado? jijiji

Reinando el InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora