Capítulo 1

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Universidad de columbia, septiembre de 2020. 

—Será mejor que rompamos—me dijo más fresco que una lechuga.

Yo no podía entrar en razón y mucho menos imaginarme sin él, lo que me dijo me cayó como balde de agua fría.

—¿Por qué? ¿Qué hice mal?—pregunté en un hilo de voz.

En mi mente no encontraba la respuesta ante la inminencia de lo que él me decía, yo no podía entenderlo, no sé qué salió mal si hice todo por complacerlo, porque nos llevaramos bien y me esforcé por tener la relación de ensueño y romántica que creí que tenía. Ahora Joseph me sale con esto después de tres años de noviazgo y no lo entiendo.

—Tú, nada—expresó serio—. Es solo que ya no te quiero. 

Esa última frase se repetía una y otra vez en mi mente. Hasta hace poco me profesaba amor eterno y simplemente no puedo deducir qué salió mal entre nosotros.

—Debe haber una razón Joseph, al menos dame una buena explicación para poder entender porqué me dejas. 

Con cada palabra que pronunciaba mi corazón martillaba fuerte y rápido dentro de mi pecho, temía su respuesta, pero dentro de mí sabía que debía pasar por esto y tratar de aceptarlo.

—Ya no me gustas, tan solo mírate Leah—me señala—. Escucha, soy popular y todos esperan ver algo más de mí y…—se quedó pensativo para luego decir—: Tú eres una chica que no me representa, eres simple y creo que estuve ciego cuando te pedí que fueras mi novia oficialmente.

Sus palabras duelen en lo más profundo de mi ser, jamás pensé que el chico dulce y amable del que me enamoré me dijera palabras tan duras.

—¿Te gusta otra persona?—fue todo lo que pude preguntar.

Sentía que en mis ojos se empezaba a acumular el dolor, porque con sus palabras sentía como poco a poco se rompía algo dentro de mí, traté de contenerme porque no quería que me viera vulnerable.

—No me gusta nadie más, simplemente nuestro tiempo ya acabó—acaricia por última vez mi mejilla y todo lo que puedo ver es su ancha espalda alejarse, la cortina de lágrimas que se formó en mis ojos comenzó a desbordarse ante el fuerte dolor del desamor que experimento en este preciso instante.

Cómo una relación puede terminar con la palabra "simplemente", esto no es simple, al menos no lo es para mí.

Quería entender porqué me dejó. Le daba vueltas en mi cabeza una y otra vez buscando una explicación, pero no la encontraba, me comí la cabeza haciendo memoria, recordando para saber si había hecho algo que a él le disgustara, pero siempre hacía lo mismo y andaba con él a todos lados; por más que hiciera memoria no encontraba nada.

Sequé mis lágrimas cuando una idea atravesó mi mente, me niego a creer que puede existir esa posibilidad, pero mientras más lo pienso; esa posibilidad cobra vida con cada paso que doy hacia el campus donde Joseph juega fútbol americano.

Lo que no quise ver y mucho menos aceptar, sucedió. 

Sentí como si taladraran mi corazón y lo arrancarán de raíz de mi pecho. 

Ver a mi mejor amiga Chloe, celebrar con Joseph después de ganar un partido de fútbol americano me partió en dos, él jamás me miró de esa forma y mucho menos me sonrió así. 

Veo cómo la alza entre sus brazos y se ven realmente felices mientras sus amigos los rodean, gritan y aplauden. Jamás Joseph hizo eso conmigo, ahora él, es todo lo que no pudo ser a mi lado y yo jamás podría compararme con Chloe.

Todo lo que puedo hacer es llorar ante mi ruptura y el dolor de saber que mi mejor amiga, esa que consideré como una hermana, fue capaz de estar con mi novio y traicionarme de esa manera. 

Se dan cuenta de que los observo y la que creía mi mejor amiga solo me ignora, me hace saber de su infinita felicidad mientras tristemente limpio mis mejillas. Por otra parte Joseph me da una profunda mirada y puedo leer perfectamente la palabra "lo siento" en sus labios. 

Me odio por ser tan ingenua y débil. 

Joseph supo colarse dentro de mí, enamorarme, pero también supo cómo hacerme pedazos y destruirme junto con mi amiga de la peor manera. Jamás llegué a pensar que la decepción doliera como lo siento ahora. 

Me siento como una estúpida, le creí todo, sus desplantes, las llegadas tarde a nuestras citas, su falta de cariño en los últimos meses, su cambio fue radical conmigo y yo no supe verlo. 

Chloe era mi única amiga, la que sabía todo de mí porque yo le contaba mis cosas, esas fueron las cartas que seguro jugó a su favor hasta que obtuvo lo que quiso con la persona que amaba. 

Ahora es cuando me doy cuenta de que los príncipes azules también destiñen y pueden llegar a herir cuando menos te lo esperas. 

Salí del campus destrozada, no quise seguir mirando y herirme más de lo que me encuentro, ahora Joseph y Chloe para mí pasaron a mejor vida porque no quiero volver a verlos y mucho menos dirigirles la palabra.

Tenía que calmarme porque si mi madre me ve así, no me dejará en paz, dirá que siempre tuvo razón y no quiero escucharla, me basta con tener que aguantar sus malos tratos e insultos a cada rato.

Cuando llegué a casa pasó lo temido, ella estaba en la sala viendo televisión mientras tomaba, rodé los ojos porque siempre es lo mismo, no hay un día que llegue y no esté ebria.

Odio esto, odio esta vida.

—¡Hasta que al fin llegas!, ponte a cocinar que tengo hambre—expresó sin mirarme.

Siempre era lo mismo, nunca había una palabra de aliento, un abrazo, un te quiero, un estoy orgullosa de ti. Esas eran las palabras que siempre quería escuchar de ella, pero no había nada. 

—¿Me escuchaste?

—Te escuché y no lo haré, no quiero hacerlo por hoy—dije firme. 

Nunca le contestaba, pero estaba harta de que me vieran débil siempre. 

—Lo harás porque me da la gana Leah, tengo hambre—se levantó tambaleante y en cuanto me vió esbozó una sonrisa macabra—, ahora qué te pasó—rodó los ojos con fastidio—, estabas llorando y no te atrevas a negarlo. 

—No lo negaré, soy una persona que siente y que también tiene sus problemas,  tú eres una madre ausente que no te das cuenta de nada y siempre estás borracha, estás ahí lista para venirte encima de mí como siempre haces y me hieres con tus palabras que odio, porque si vinieran de otra persona no dolieran tanto, pero tú eres mi madre y no estás, no estás. ¡Maldita sea! Hasta cuándo tengo que vivir así con miedo, con miedo a que un día amanezca y no estés o peor aún, aparezcas muerta cuando te vas de casa y no regresas en horas, esto no es vida.

—Entonces vete porque nada te amarra a mí. 

—¡Soy tu hija! No entiendo porqué eres así. ¿Qué es lo que hago mal?

—Haberte dado a luz es lo que hice mal Leah. No te quiero. 

—No tengo la culpa de que mi padre te haya dejado a tu suerte y mucho menos pedí nacer. 

—Entonces vete antes de que yo misma te saque a la calle.

—No lo haré, sabes que no te dejaré. Haz un esfuerzo mamá, deja el alcohol, empecemos de cero, sé que podemos llevarnos mejor. 

—¿Qué parte de que no te quiero no entiendes?

La dejé hablando sola porque seguir con lo mismo no nos iba a llevar a ninguna parte y no estoy para sus golpes y arranques. 

Debía drenar y dejar todo atrás para empezar de cero, mi vida no ha sido fácil y no pienso seguir en lo mismo toda mi vida. 

Ya está bueno de que me vean como estúpida e ingenua, eso se acabó. 

🌻✨ hola bellezas gracias por leerme y por apoyar mis escritos, esta novela será corta, ya después veo si la extiendo, espero la disfruten 🌻✨

Tan solo quiéreme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora