Capítulo 5

44 10 2
                                    

Han pasado varios días desde que Marc me besó, lo he estado evitando a toda costa y mucho menos he querido responder sus mensajes. Aunque muero por contestarle, decirle que no pasa nada y seguir viéndolo a diario, no lo hago porque me avergüenza tener que verlo nuevamente, pero me pone a temblar como gelatina su recuerdo y no sé qué hacer.

No puedo negar que su beso me encantó y desestabilizó al mismo tiempo. Sentí como si miles de elefantes corrieran en mi interior, y no era precisamente hambre lo que tenía en ese momento. 

Mi reacción fue empujarlo y abofetearlo por su atrevimiento. Cada vez que revivo ese momento en mi mente, quiero que la tierra me trague porque correspondí a ese beso con la misma fuerza que él. 

La cara de Marc en ese momento era todo un poema, ni yo misma entiendo porqué lo golpeé y lamento haberlo hecho. Solo cuando me pegó un poco más a su cuerpo y enredé mis manos alrededor de su cuello, entré en razón y lo aparté abruptamente de mí.

Desde entonces no dejo de pensar en él, en la forma en que me dijo que le gustaba, en cómo me defendió y mucho menos he podido olvidar la calidez y la suavidad de sus labios contra los míos.

Marc, es un caballero en todos los sentidos. 

Supongo que por eso me dió mi espacio y no me ha buscado más, solo me envía mensajes a diario disculpándose y tal vez, esperando una respuesta de mi parte que nunca llega. 

Estoy siendo una estúpida cobarde que teme que le vuelvan a romper el corazón, lo sé, soy una total e imcomprensible idiota.

Bien dicen por ahí que, hay que aprovechar las oportunidades cuando se presentan porque no se dan una segunda vez, y aunque me arrepiento, es lo mejor para ambos. No nos conocemos y antes de llegar a confundir las cosas, prefiero que se aleje y cada quien esté por su lado. 

—¡Leah!—salgo de mis pensamientos—,te buscan. Mesa número tres—me informa Helen y me guiña un ojo antes de retirarse. 

Salgo de la cocina extrañada, no entiendo quién me puede estar buscando. 

Cuando me acerco a la mesa que me ha indicado Helen, quedo de piedra al verlo, es Marc.

Tomo la decisión de llenarme de valor para no huir y dar la cara. Helen me está vendiendo, no fue capaz de decirme quién me estaba buscando para prepararme mentalmente.

¿A quién quiero engañar?  

Si ella me hubiera advertido, no salgo de la cocina. No puedo negar que me emociona que Marc esté aquí buscándome después de varios días.

—Hola, Marc—la vergüenza no me deja verlo a los ojos—.Me dijeron que me buscabas, ¿qué se te ofrece?

—Necesitamos hablar—señala la silla que está frente a él, suspiro y me siento—.Quiero disculparme por besarte el otro día sin tu consentimiento, fui un idiota. Lo siento.

—Te disculpo solo… si prometes no volverlo hacer. 

—Lo prometo—del interior de su bolsillo saca un pañuelo blanco, lo agita varias veces frente a mí y me pregunta—: ¿Fumamos la pipa de la paz?—sonrío porque se ve muy tierno.

—Sí, me parece bien—contesto tímidamente.

—¿Crees que puedas acompañarme a cenar?

Pensé en rechazarlo porque estoy en mi trabajo y en horario laboral, observo la hora y  aún falta mucho para terminar mi turno, no quiero abusar del buen corazón de Sandra que ya me vió sentada y hablando con Marc. 

—Lo siento mucho Marc, pero no puedo, tengo que trabajar.  

—No te quitaré mucho tiempo, lo prometo. 

Tan solo quiéreme Donde viven las historias. Descúbrelo ahora