1: Una poción para cambiarse uno mismo

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Sami estaba contrariada. Leía el ridículo libro que había comprado en línea, un grimorio. Sus hechizos y recetas para pociones le hacían dudar de la veracidad de la información que contenía dicho libro. Después de un rato decidió confiar y comenzó a preparar una de las indicaciones para un brebaje.

Faltaban ingredientes esenciales. No todos eran de fácil adquisición para una chica de 16 años pero para algo estaba el internet. Compró por línea lo que le faltaba con sus ahorros y algo de ayuda de la cartera de su padre. Igual él no lo notaría, estaba tanto tiempo en el trabajo o estando ebrio que unos pocos dólares faltantes no harían diferencia.

Continuó cocinando aquella poción, le tomó toda la tarde y la mitad de la noche que estuviera terminada. Apenas podía respirar bien por haber llevado su experimento a cabo en su cuarto con un mechero casero.

A las 3 am estuvo terminado. Observó la bebida burbujeante y tragó en seco. Podría terminar ingiriendo veneno pero le daba igual, su vida era una mierda. Simplemente quería cambiar todo lo que era. La poción de cambio le ayudaría con eso. Poco sabía ella que la mancha al lado de la palabra "cambio" en el libro, ocultaba una palabra más.

Nerviosa bebió el liquido de un trago. Su sabor no era bueno pero al menos era tolerable. Terminó de ingerirla y dejó el recipiente a un lado. Respiró profundamente y su estómago se revolvió casi de inmediato. No se sentía bien. Su visión se nubló, la cabeza le dio vueltas, los músculos perdieron su fuerza y antes de notarlo cayó en el suelo inconciente.

Pesadillas horribles perturbaron su sueño y a la mañana siguiente despertó de golpe llena de sudor.   Al parecer la poción había fallado no se sentía distinta, seguía siendo la misma Sami. Se levantó y fue al baño a darse una ducha pues había adquirido mal olor gracias a todo el sudor.

Se desnudó y se vio al espejo del baño. Seguía con su pelo negro, sus ojos castaños, su cuerpo blanco delicado, los pequeños pechos, las caderas estrechas, sus piernas flacas. Al menos los moretones de los golpes del día anterior habían desaparecido. Los chicos en la escuela no eran buenos con ella. Suspiró sin esperanza y se dio la merecida ducha. Al salir se colocó su uniforme y preparó su maleta. Antes de salir le dio un beso en la frente de su inconsciente padre en el sofá y arrojando el libro a la basura fue a la escuela.

El día transcurrió normal bueno casi normal. Como todos los días la golpearon, la humillaron, se arrepentía de existir, pero simplemente el día de hoy sentía más calor que otros, no era verano pero igual sudaba bastante, esto se acompañó de una ligera comezón en su cuerpo. Lo cual provocó que se irrita un poco. Pensó que de verdad se había envenenado pero realmente temía porque fuera de acción lenta y terminara sufriendo mucho antes de morir.

Una semana pasó y con ella pequeños cambios aparecieron. Como si una segunda pubertad la atacara. Su cuerpo comenzó a crecer de nuevo lentamente, llevaba 4 años estancada en 1.50 pero ahora había crecido 3  CM en una semana. Su hambre había crecido, simplemente no quedaba satisfecha a la hora de comer y siempre tenía que volver a llenar su plato al menos dos veces para saciarse. El vello crecía más rápido de lo usual y su sentía más calor de lo acostumbrado. Añadido una gran cantidad de imágenes raras invadieron su sueño durante este tiempo generalmente de contenido erótico que la dejaba caliente el día completo.

Era sábado cuando los cambios empeoraron aún más llegando a su clímax. Ese día su padre no pasaría la noche en casa por trabajo así que tendría que dormir en la casa de la vecina. Nely, era una mujer divorciada de 35 años de edad, muy atractiva, que trabajaba en una empresa como jefa de diseño y la mayoría del tiempo trabajaba desde casa lo cual aprovechaba para cuidar de Sami cuando su padre no podía.

Sami no le habló como hacía normalmente a la mujer y se encerró en la habitación donde solía dormir, lo cual preocupó a la mayor. Su cuerpo se sentía muy raro y su ánimo era un caos.

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