N U E V E

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Siéntete libre de llamarme Jesús.

Seokjin hizo un gran esfuerzo por dejar de mirar boquiabierto a Namjoon. En serio ¿Cómo podía bromear en un momento como este?

—Cristo Namjoon —dijo Seokjin.

La sonrisa de Namjoon se hizo enorme. —Ese nombre funcionará también.

Después de varios segundos aturdido, Seokjin soltó una risa incrédula. Él estudió los juveniles hoyuelos de Namjoon, y a pesar de todo se le escapó una sonrisa. Pero de pronto la idea de reír murió porque se dio cuenta que Namjoon había estado muerto.

Él había muerto.

La completa verdad, golpeó finalmente a Seokjin con la fuerza de diez desfibriladores, veinte más bien, evitando cualquier posibilidad de una frecuencia cardíaca normal. Seokjin se giró para ver, muy por debajo de él, el centro de San Francisco. Tuvo que esforzarse en respirar para relajar sus músculos.

Tras todos estos años alejados, y a pesar de todo lo que había pasado, se dio cuenta que no podía imaginar un mundo en el que Namjoon no existiera. Toda esa energía vital extinguida para siempre. Ver en una revista la foto de Namjoon con una esposa sonriente sin duda había sido doloroso. Pero Seokjin no había reconocido hasta ahora cuanto había confiado en el simple hecho de que Namjoon estaría ahí, en alguna parte. Vivo y feliz.

Y Dios, Seokjin no quería pensar en lo que eso significaba.

Desafortunadamente, antes de que pudiera alcanzar algo parecido a un estado frío y sereno, Namjoon apoyó los codos en la pequeña mesa, trayendo el olor cítrico y su rostro aún más cerca. Y también estuvieron más cerca, la sonrisa sexy como el infierno y los fascinantes ojos color avellana. La proximidad mató los intentos de Seokjin para recomponerse y tuvo que sentarse recto para evitar empezar a alterarse.

—¿Sabes que era lo primero que quise hacer cuando me reanimaron? — preguntó Namjoon.

Su voz sonó ruda y sus palabras picaron al salir. —¿Qué?

—Encontrarte y hacerte entender por qué me fui. Para pedirte que aceptaras mis disculpas —dijo—. Y este parece un buen momento ¿No crees? Porque —su sonrisa creció de par en par, mostrando su hoyuelo mientras usaba un tono despreocupado—, la próxima vez que muera, probablemente sea para siempre.

Seokjin abrió la boca intentando decir algo, cuando un maletín se desplomó sobre la mesa, tensando sus músculos.

—Kim Namjoon —dijo Hwasa mientras se sentaba.

Mierda.

Seokjin apretó los párpados, intentando recobrar el control de los pensamientos caóticos de muerte, deserción, perdón y absolución. Cuando eso no funcionó, miró a Hwasa, la encantadora mujer con piel color caramelo y ojos sombreados de color chocolate oscuro.

新郎的选择² [ NamJin | JinNam ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora