Salía a las calles y trataba de parecer una persona normal, bromeaba y reía.
Por dentro estaba muerto, mis heridas no habían sanado.
Pero bailaba y cantaba tanto que nadie sospechaba de mi infierno.
Evitaba estar solo porque eso me debilitaba, Hasta que no pude más.
Jalé el gatillo, apunté a mi frente.
Nadie se enteró, pasaron meses y meses y nadie lo supo.
Hoy sigo respirando, tal vez gracias a mi torpeza, prefiero creer que fue Dios.
Y es que jalé el gatillo, pero olvidé introducir la bala.
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Lo Que Guarda Mi Silencio
Genç KurguSiempre fui de aquellos reservados que prefieren guardar silencio en una tarde de amigos, pero la vida me ha puesto a personas en mi camino dignas de mencionar. He pasado por momentos que valen la pena recordar. He tenido heridas en el corazón que n...