Capitulo 15.

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"La verdad"

— ¡Vamos, Sam! Ya me quiero ir de este lugar. — Decía Luna para nada Feliz.

Estaban en una fiesta de preparatoria. Unos chicos la habían invitado para que cantara algunas canciones y se divirtieran.

So... Solo unos tragos más, bebé... — decía la rubia mientras ya iba por su sexta botella. Luna suspiró, le hartaba que su novia fuera una borracha de mierda. Ella también bebía, pero no al punto de quedar casi muerta como lo hacía la del mechón turquesa.

Ella también tenía un mechón de color violeta que le caía a su lado. Y el cabello corto que ya le estaba creciendo un poco. Ni siquiera sabe por qué se lo cortó. ¿Qué las lesbianas no pueden tener el pelo largo? Eso, más la camisa roja con cuadros era muy cliché.

Luna suspiró.

— Ya te dije que es mejor irnos. Mis padres están por llegar a la casa y Lori me dió permiso solo hasta las once, ¡Y ya van a hacer las doce! — decía con preocupación la adolescente de 15 años.

— ¡Deja de comportarte como una mojigata! — Le exclamó Sam. — Mejor bebe un poco conmigo... y después nos vamos a divertir al baño, ¿Qué dices?... Mi lengua se siente divertida... — El olor a pestilencia salió de Sam.

— ¡No! — rechazó enojada. — Es todo. No soporto más. Si tú te quieres quedar, te quedas, yo me largo.

— ¡¡Aich!!... ¡Cómo jodes, Luna! — dijo la rubia levantándose de mal humor. — ¡Ya, vámonos de acá! 

Ambas salieron del lugar. Se despidieron de Tommy, el chico que organizó la fiesta. Él era mayor de edad y había comprado alcohol, pero poco o nada le importaba que unos menores de edad también tomaran. Si tenían edad para tomar, tenían edad para abrir las piernas. Luna sentía lastima por todas esas jovencitas de 13 y 14 años en la fiesta a la que seguramente esos bastardos van a embriagar y abusar de ellas, pero ese no era su maldito problema.

Eres fastidiosa... — Decía Sam con enojo mientras ambas caminaban por las oscuras calles hasta la casa de Luna.

— Oye, tal vez a ti no te rompen los ovarios con respecto a tu horario, pero yo tengo una familia que me quiere y me pone límites. — le dijo sin importarle que se enoje.

— Dirás, que la mayoría te quiere... — le dijo con veneno en sus palabras. — Después de todo sabemos muy bien que para tu viejo solo eres un estorbo.

— Cállate... No tienes el derecho de hablar de mi papá cuando el tuyo te abandonó. — le dijo furiosa.

Aaaaah... — suspiró con pesadez. — Luna, a tu papá le vale cinco hectáreas de verga dónde estás en este momento, después de todo eres la oveja negra de tu familia. — Luna paró su andar. Miró a Sam con enojo.

— Yo no soy la oveja negra...

— Claro que lo eres... Después de todo no eres ni la tercera favorita. — le dijo con desinterés.

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