La vida de todos está en riesgo
Alcázar de Verdalle - Reino de Auttenberg.
Septiembre 19, 1621.En los confines de Hestárlia se alzaba el imponente Alcázar de Verdalle, un castillo único en su clase por ser uno de los únicos dos castillos en toda la nación que contaba con tres pisos.
El Alcázar de Verdalle se encontraba en Auttenberg, el penúltimo reino en unirse a la nación de Hestárlia. A pesar de ser el castillo de tres pisos con la menor cantidad de habitaciones, con tan solo 43 en total, su castillo era el más impresionante y difícil de construir de toda la nación. Esto se debía al clima extremadamente frío que azotaba la región la mayor parte del año, lo que dificultaba enormemente la construcción de edificaciones.
En la planta baja del castillo, alejada de todas las personas, se encontraban los calabozos. Estos eran utilizados para encerrar a aquellos que se oponían al rey y su reinado, así como a todo aquel que desafiara el orden establecido. También en la planta baja se ubicaban los salones de recepción, las cocinas, las áreas de servicio y el almacén donde se guardaban los alimentos y provisiones para todo el castillo.
En el primer piso del castillo se hallaban las habitaciones de la familia real, lujosamente decoradas y con vistas impresionantes del reino de Auttenberg. Además, en este piso se encontraban las salas de estar donde la familia real recibía a sus invitados y la biblioteca, llena de libros antiguos y conocimientos ancestrales.
El segundo piso del castillo albergaba las torres de vigilancia, desde donde se podía observar todo el reino de Auttenberg y cualquier amenaza que se acercara. También se encontraban en este piso las habitaciones de invitados, lujosas y cómodas para recibir a cualquier noble o visitante importante que llegara al castillo.
Pero lo más impresionante del Alcázar de Verdalle estaba en la punta más alta de la torre, donde se encontraba la habitación del rey. Esta habitación estaba hecha como una verdadera obra de arte, con muebles tallados a mano, tapices antiguos y una cama con dosel de seda. Desde allí, el rey podía observar todo su reino y sentirse dueño y señor de Auttenberg.
En el salón del trono, Raimond se encontraba hablando con su tío, el rey Riordan, sobre la situación en Isla Niebla.
─Su majestad, debe darse cuenta de la falta de liderazgo que hay en ese lugar. Las tropas necesitan un comandante fuerte y valiente que los guíe ─expresó Raimond mientras miraba fijamente a su tío.
El rey Riordan asintió con seriedad, sabiendo que las palabras de su sobrino tenían razón. Después de reflexionar un momento, miró a Raimond y dijo.
─Tienes razón, Raimond. Necesitamos a alguien que pueda liderar con coraje y determinación, no me atrevería a mandar al príncipe Riagan, es el futuro del reino de Auttenberg. Creo que tú eres la persona adecuada para hacerlo.
Raimond se sorprendió al escuchar esas palabras y sintió una mezcla de emoción y nerviosismo. Ser nombrado comandante de las tropas en Isla Niebla era un gran honor, pero también significaba enfrentarse a grandes desafíos y responsabilidades.
─Estoy listo para asumir este cargo, su majestad ─respondió Raimond con determinación─. Haré todo lo posible para proteger a nuestro reino.
El rey Riordan sonrió con orgullo y colocó una mano en el hombro de su sobrino.
─Confío en ti, Raimond. Sé qué harás un excelente trabajo y que liderarás con valentía. Ahora ve, prepárate para partir a Isla Niebla.
Raimond asintió con determinación y se despidió de su tío, sintiendo una mezcla de emoción y determinación. Sabía que el camino por delante no sería fácil, pero estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío que se presentara en su camino. Con paso firme y corazón valiente, se preparó para liderar a las tropas en Isla Niebla, listo para demostrar su valía como comandante y proteger a su reino con honor y coraje.
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LOS CIEN DÍAS DE LA PRINCESA ©
Viễn tưởngTodos conocemos la historia del plebeyo que se sentó fuera del castillo por 99 días para poder casarse con la princesa y al final termino yéndose creyendo que ella no se merecía su amor. ¿Alguna vez alguien se preguntó que hubiera pasado después de...