La melodía de antaño era como una caricia a sus sentidos, un somnífero apacible y agradable al que cedía sin problemas, y al mismo tiempo una inspiración para los manuscritos que hacia sin descanso
El arte de la escritura siempre le había fascinado, lo había atrapado desde que era un niño, primeramente como un desahogo de sus penas, ahora como una nueva puerta a un mundo colorido
Un mundo donde las personas se respetaban entre sí, donde podía salir sin temer a la mirada ajena o a los maltratos, donde podía compartir con los demás como un igual. Un mundo ficticio, al que aún anhelaba llegar
Su vida no terminó tan mal, su querida amiga no se había dado por vencida con él, nunca lo hizo. La mirada verdosa seguía dándole la calidez y tranquilidad que le faltó gran parte de su vida, su presencia maternal y amistosa le hacia sentir seguro. Jamás podría pagarle a Adelina todo lo que había hecho por él. Ella fue la segunda persona que vio por debajo de su exuberante pelaje y gran complexión
Su apariencia siempre había sido inusual, había nacido más grande de lo normal, con mayor contextura que la debería tener un niño, y el gran pelaje café que lo forraba le daba el acabado de un mono, o un monstruo, o como sea que la gente lo llame
Era pelo grueso, café como la tierra, y abundante como las hojas de un árbol frondoso, por todos los medios intentaron cortárselo cuando nació, pero este no tardaba en crecer, en menos de dos días volvía a ser una criatura peluda y desentendida
Vivió escondido gran parte de su vida, su niñez secuestrada dentro de las paredes sucias del sotano, fueron contadas las veces que vio la luz del exterior, que sintió la brisa, o escucho algo más que el crujir de la madera podrida o los sonidos que proferian las ratas y cucarachas
Huyó en cuanto tuvo la primera chance, a los quince años, corrió todo lo que le dio el cuerpo y el aliento, deleitándose con las luces de la ciudad y los astros nocturnos, experimentando con cada nueva textura que su tacto percibía, extrañandose con los nuevos colores y olores que llegaban en desfile hasta sus sentidos. Fue la primera vez que se sintió vivir de verdad
Esa noche se detuvo en un callejón que era pobremente iluminado por un farolillo, se dejó caer exhausto en el suelo húmedo, cediendo al hambre que lo carcomia desde hace días, al repentino frío que la daba la brisa, y al cansancio de su recorrido. Estuvo por cerrar los ojos, cuando una voz aniñada lo llamó con suavidad
––¿Estás bien?--
Se incorporó de golpe, pegando su cuerpo contra la pared del callejón, sobresaltando un poco a la niña frente a él. Era una niña pálida, con cabello rubio sujeto en dos despeinadas trenzas, con el rostro algo sucio, con ropa desalineada y algo rota, y grandes ojos marrones que lo veían con impresión
––No te voy a hacer nada––habló suave nuevamente, elevando sus manos en son de paz––¿Estás bien?––repitió
Antes de poder siquiera procesar lo que decía, su estómago habló por él
––¿Tienes hambre?––la niña habló frunciendo las cejas
Cabizbajo y temeroso, asintió
Percibió como la niña se movía, pero no se digno alzar la mirada, cuando de pronto una brillante manzana invadió su campo de visión
Vio a la niña con desconfianza y confusión, y ella le sonrío. La sonrisa más brillante que había visto en su vida
––Todos tenemos que comer––explico aún tendiendole la fruta
Su estomago rugia plegarias que acato sin pensar, tomó la manzana y le dio una gran mordida, quedando fascinado del delicioso sabor que invadió su paladar
––¿Te gusta?––la rubia le preguntó con la misma expresión suave, sonriendo enternecida por la actitud del muchacho, quien asintió dándole una fugaz mirada brillante, iluminada de ilusión y agradecimiento––¿Cómo te llamas?––
Mientras masticaba, su cabeza se quedó en blanco, sin saber que decirle, o que gesto hacer. No tenía nombre, sus padres no se molestaron en nombrarlo cuando nació, y sabía que lo que le decían entre golpes y gritos eran todo menos nombres que un padre le daría a su hijo
––Yo me llamo Susan––la pequeña notó su expresión de repentina confusión y angustia, y no quería que se sintiera mal, así que optó por distraerlo de lo que sea que lo pusiera así
Y lo había logrado exitosamente, con sus palabras y su brillante sonrisa
Jamás volvió a verla, luego de su encuentro ella desapareció al amanecer, había quedado sólo en el callejón, pero lejos de sentirse triste, sintió regocijo, al ver donde estaba, al recordar a la niña, y al notar que una canasta llena de manzanas había amanecido junto a él
Su camino los años siguientes fue escarpado, había soportado todo lo malo que la gente le lanzará, había subsistido a la forma dura, pero al final no termino mal parado
Por supuesto que no
○○○
––¿Listo Susan?––la rubia de larga cabellera entró a su camerino, sonriendole con calma y alegría
Se colocó el antifaz blanco y luego su sombrero del mismo color, tomó su guitarra y le devolvió la expresión a la rubia
––Estoy listo Punzie––
Rapunzel lo tomó del brazo antes de salir––Vamos entonces––
Subió al palco de la banda, y empezó a tocar como complemento de la suave y lenta melodía de la canción
Entre la música, y la voz de Rapunzel, pudo notar a Adelina entre la multitud, y ella a él. La morena le sonrío en grande y él le correspondió, antes de notar que a su lado había sentado un señor de expresión segura, que le clavo la mirada en cuanto noto hacia donde veía su acompañante
Entre los aplausos de la gente, al finalizar la canción, apenas pudo vislumbrar como ese hombre sonreía como si hubiera encontrado un cofre enterrado
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The circus
FanfictionLionel Frost quería conocer las rarezas que le rodeaban Todos ellos querían pertenecer a algún lugar El circo seria ese punto donde todo se uniría Inspiración: The greatest showman