"Cómo enamorarte de tu mejor amigo o cómo lograr que te rompa el corazón la persona que más quieres."
Tomás y Rodrigo aprendieron juntos a andar en bicicleta, a viajar en transporte público, a resolver ecuaciones con dos incógnitas y a encontrar bue...
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Y ASEGÚRATE DE QUE SEA PARA SIEMPRE.
Buenos lugares para encontrar mejores amigos, comúnmente, son: patios de colegio, plazas los fines de semana, la calle sin autos para jugar a la pelota. A veces, si eres afortunado, cuando tu mamá te envía a hacer actividades extra curriculares, encuentras a alguien allí que hace que esa segunda escuela, sea de hecho divertida. A veces, si eres más afortunado se conocen en la tienda de videojuegos, mientras sus mamá leen las advertencias de violencia en lo que acaban de pedirles que les compren.
Si eres el más afortunado del mundo, el universo te dará esas oportunidades y más, para que sobrepongas tu timidez y le respondas al chico ruidoso de mirada verdosa con el mismo entusiasmo.
Arbillaga era así de afortunado. Había conocido a Rodrigo en el centro comercial, jugando carreras de autos que su hermana pagaba para distraerlo del chico con el que se besaba. Ezequiel era brillante y alegre, y cuando estaba realmente concentrado, se mordía la lengua que sacaba por un costado. Hablaba al pelicafé todo el tiempo, de autos, de deportes, de su mamá y hermanas. Le hablaba del colegio, también, y Tomás tenía que concentrarse demasiado en la carrera para hacer de cuenta que no lo hacía sentir un poco solo que Rodrigo no supiera quién era. Era probablemente su culpa, por eso de no salir al recreo.
Pero el colegio no era realmente grande, y luego de varios encuentros en el centro comercial, se cruzaron en el patio. Los ojos de Ezequiel brillaron bien grandes cuando lo saludo, y Tomás se sintió especial cuando lo presentó al resto de sus amigos como el chico del que les había hablado. Tenían siete años entonces, y no fue hasta el año siguiente, que empezaron a volver solos del colegio, que se dieron cuenta de que eran vecinos.
Rodrigo iba todas las tardes a buscarlo después de clase, pero mamá y papá trabajaban, y Tomás quedaba obligado a participar de toda actividad extracurricular posible. Oían de las visitas de Ezequiel en la cena, cuando Angie les contaba que su amiguito había ido a visitarlo. El pelicafé no decía nada, porque no sabía qué. Explicar que no era su amigo sólo borraría las expresiones ilusionadas en las caras de sus padres.
