Sexto paso: haz que el chico guapo te invite a pasar la noche

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Y ASEGÚRATE DE NO LIDIAR CON ELLO.

Tomás tocó la puerta de los Carrera a las 9PM de la noche buena. Estaba nevando afuera, así que se había asegurado de pegarse a la puerta, aprovechando el techo del pórtico. Las hermanas menores del castaño abrieron.

—¡Tomi! —exclamaron a coro.

—Heeey, princesas. —dijo, y sonriendo se agachó para recibir su abrazo.

—Ya no vienes a visitarnos. —protestó una de ellas.

—Ya no vivo aquí, dulzura. —explicó.

—Sí, tonta —dijo la otra—, vive con Rodrigo.

Las niñas se repartieron una mano cada una y lo guiaron adentro. La señora Carrera estaba sentada en el sillón con las chicas más grandes, mirando la TV.

—¡Mira a quien nos trajo la corriente! —dijo, extendiendo los brazos, y cuando Tomás se acercó a darle un beso en la mejilla ella lo abrazó todavía más fuerte que las mellizas—. ¿Cómo estás, corazón? ¿cómo se porta mi hijo?

—Demasiado bien. —rió.

—¿Ordena sus cosas? ¿te ayuda con la casa? —preguntó y mientras hablaba le acomodaba el cuello del suéter y le sacudía la nieve de los hombros.

Tomás no paraba de sonreír desde que había entrado a la casa, era igual que había sido volver a entrar a la suya, después de tantos meses. Era bonito saber que pese a todo lo que sucedía en Buenos Aires, en casa todo el tiempo no pasaba; es decir, pasaba, porque las mellizas estaban altísimas y su mamá había pintado el living de color ocre y estaba nevando aquí también –el invierno era muestra de que el mundo seguía girando—, pero algunas se sentían igual que siempre.

—No voy a mentirle, señora. —dijo, y ella le pellizcó las mejillas, sonriendo también.

—Son tal para cual, la verdad —suspiró—, espero que si tu madre y yo vamos a visitarlos ordenen un poco.

—Sí avisan con tiempo. —le advirtió.

Ella palmo sus hombros y dijo que iría a buscar a Ezequiel. Él se sentó en el lugar desocupado, entre las hijas mayores y ninguna de las dos dijeron palabra alguna, se sintió algo incómodo por el silencio, hizo un comentario sobre la tele, entonces las dos hermanas se sonrojaron al mismo tiempo y Tomás se sintió orgulloso de sí mismo: era el crush de las hermanas de su mejor amigo, ¿no eres hombre hasta que te sucede eso, verdad? Según las comedias adolescentes, al menos.

Rodrigo bajo con los ojos apenas abiertos y quitándose las lagañas.

—Pensé que vendrías más tarde. —balbuceo.

—Son las nueve. —explicó. La fiesta empezaba a las diez treinta y él quería conversar un rato con los Carrera antes de que se fueran—. Hey, feliz cumpleaños, idiota.

El ojiverde sonrió perezoso, y su boca se torció en un ruidoso bostezo, camino los pocos pasos que los separaban a dejarse abrazar; porque no podía decirse que estuviera abrazándolo también, considerando que sus brazos caían al costado y que apenas recostaba la cabeza sobre el pecho de Arbillaga.

—¿Salen esta noche? —preguntó la madre curiosa—. No vuelvan muy tarde, mañana vienen las tías a desayunar.

—Es mi cumpleaños. —protestó Rodrigo.

—Yo lo traigo temprano si me invitas a desayunar. —negocio el tatuado. El castaño resoplo ofendido bajo su abrazo, pero se quedó allí de todas formas—. ¿Harás tus panqueques de banana?

—Sí, claro. Te haré unos extra dulces para vos.

 Te haré unos extra dulces para vos

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CÓMO ENAMORARTE DE TU MEJOR AMIGO  ☆  carre + rob .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora