Tercer paso: ten tu primera vez

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Y ASEGÚRATE DE QUE SEA PERFECTA.

A Tomás no le gustaba bailar, pero estaba bailando. Tenía las manos de un tipo en el trasero y su boca en su cuello, y la música vibraba dentro suyo tan confusa como las luces parpadeantes del cub.

Cerró los ojos y hundió el rostro en el cuello del tipo. ¿Cómo era su nombre?

—Las cosas que le haría a este trasero. —dijo de modo brusco en su oído. Arbillaga apretó los ojos más fuerte e intentó hacer de cuenta que se sentía bien con eso.

—¿Sí? —murmuró. Todavía podía saborear el vodka en su boca—. ¿Por qué no me muestras?

El tipo se alejó de su cuello, y entre relámpagos multicolores, Tomás pudo verlo sonreír. Entonces, le apretó el trasero bien fuerte y lo besó rudamente en los labios. Arbillaga dejó que su lengua entre y cerró los ojos otra vez. No era como Juan: su rudeza era torpe, desagradable. No era mágico, pero, mágico no había sido bueno para él de todas formas.

—Ven. —susurró el tipo y lo llevó de la muñeca entre la gente. Los baños: cool. ¿Quién necesita poesía?

Lo soltó un segundo, para pasar entre una muchedumbre, y entonces sintió un manotazo en el otro brazo que sabía familiar.

Rodrigo ya no llevaba remera y tenia pintura de color en el pecho y la espalda. Visto así, entre las luces y la música, parecía una criatura mágica. El pelicafé debía haber bebido demasiado.

—Quiero vomitar. —murmuró, pero el menor no lo escuchó.

Lo sacó a rastras del club. Afuera, el aire fresco lo tomó por sorpresa. El verano estaba a la vuelta de la esquina, pero las noches todavía conservaban la brisa primaveral.

Tomás se detuvo a unos metros de la puerta y se soltó del castaño para recostarse en la pared y vomitar. Una, dos, tres veces. El estómago le empujaba la garganta como si quisiera sacar cosas que no estaban siquiera allí.

Ezequiel le palmeó la espalda.

—Ahí va —susurró y lo acarició bruscamente—. ¿Vomitaste en tu camisa? —el pelicafé negó suavemente, su cabeza empezaba a matarlo—. Préstamela, está helado.

Se sentaron, Tomás con su remera de mangas cortas, Rodrigo con su camisa a cuadros, en la plaza principal de aquel pueblo desconocido. Era el más cercano al de ellos que tenía un club gay, y ambos habían decidido salir a despejarse un poco. La cosa es que los trenes no salían de vuelta hasta las cuatro de la mañana y faltaba un buen rato para eso.

—¿Mejor? —preguntó Rodrigo y le convido otro sorbo de agua.

—Supongo. —respondió y bebió—. ¿Por qué me sacaste de allí?

—Ibas a perder tu virginidad en un baño, Tomás. —explicó, como si él no lo supiera—. Está autodestrucción post-ruptura tiene que terminar. Han pasado tres meses.

—No es autodes… post-... lo que sea. No tiene nada que ver con Guarnizo. —el castaño soltó una carcajada y luego se recostó a su lado en el banco—. Solo no quiero llegar virgen a la uni. ¿No lo dijiste vos? Que seria raro.

—Eso no quiere decir que tengas que acostarte con cualquier tipo en el baño de un club. —lo regañó.

—Ese es tu plan.

Rodrigo lo golpeó en el hombro y Tomás casi se cae del banco.

—¿Podes detenerte con esto de acusarme de zorra constantemente?

—Lo siento.

El ojiverde balbuceo un montón de insultos mientras miraba a los alrededores de la plaza de brazos cruzados. Lejos, en otro rincón, un grupo de chicos fumaban, escondiéndose como ratones cada vez que pasaba un auto.

CÓMO ENAMORARTE DE TU MEJOR AMIGO  ☆  carre + rob .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora