¿Puede la historia de KonoSuba contraponerse con la del sorprendente Spider-man?
Kazuma Parker, un joven estudiante de 16 años, ha sido el hombre araña durante 2 años, sin embargo, debido a ciertos sucesos dejo la mascara y se ausento por dos meses...
Las luces se encendieron y lo primero que vieron los rehenes fue a mí apresando a los tres ladrones.
— Descuiden, están a salvo. Los delincuentes ya fueron derrotados.
Señale a los hombres inconscientes enmarrocados.
Por un momento se quedaron en silencio, pero luego de algunos segundos comenzaron a entender la situación.
— ¡Estamos salvados!
Escuche decir a uno.
— Spiderman, nos rescató.
Cuando el segundo pronunció mi nombre de héroe, todos comenzaron a sentirse aliviados.
A pesar de la ausencia de dos meses el nombre del hombre araña seguía siendo popular en la Capital.
— Como siempre su amigable vecino, el hombre araña, está aquí para ayudarlos.
Poniendo fin a mi anuncio me prepare para salir del museo, sin embargo, algo me detuvo.
— ¡Así que tú eres el hombre araña!, ¡¿Cómo piensas reparar las ventanas rotas?!
Una joven se acercó a mí mientras declaraba eso.
— ¿Ah?
Me quede estupefacto.
Lo que me sorprendió no fueron sus gritos, sino la belleza que la envolvía.
Si existiera una diosa, ella sería una.
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Su belleza estaba más allá de la de ídolos que salen en televisión, ella tenía una esencia que sobrepasaba la normalidad.
Su cabello largo y azul se veía suave y fino. Parecía tener mi edad.
Su cuerpo no era demasiado relleno en los pechos como la señorita Darkness ni demasiado escaso como Chris. Tenía puesto una blusa azul de hombros sueltos junto a unos pantalones cortos.
La belleza señaló molesta con sus ojos que eran del mismo color azul que su cabello, hacia el cielo.
— ¡Debes hacerte responsable por destruir el espejo!
— ¿Eh?
Cuando me di cuenta del contenido de sus palabras miré arriba.
Los disparos de antes atravesaron el tragaluz de vidrio que estaba en esa dirección.
Esta roto.
Lo bueno es que el vidrio no se partió, pero en cualquier momento se vendría abajo.
— Eso es peligroso...
— ¡Sí que lo es!, Nos va a costar dinero arreglarlo.
