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(Pov. Lukte)

El viernes por fin terminó. No hubo sentimiento de mayor satisfacción que cuando me puse la mochila en el hombro y salí junto a Bakugo de la U.A.

Íbamos a irnos caminando a mi casa todos juntos, así que cuando salimos nos juntamos con Sero, Denki y Kirishima. Planeábamos pasar el resto del día en mi casa, jugar videojuegos y comer chucherías que probablemente, luego nos caerían mal.

El más difícil de convencer había sido Bakugo, que decía que debía entrenar y hacer aquello y lo otro, pero solo tuve que decirle que pediría comida picante para que aceptara.

Un chico complicado, por suerte.

Estábamos los cinco caminando en la vereda, Denki cada tanto se adelantaba y caminaba hacia atrás fanfarroneando, llevaba la mochila colgada de un hombro y reía.

Denki — este me miró divertido mientras retrocedía sin cuidado — ¿Qué juegos traes en la mochila? — su sonrisa enseguida se agrandó y abrió de forma rápida y torpe, para de esta sacar dos juegos. Sero achinó los ojos tratando de leer los nombres, pero al igual que yo, se le hizo imposible.

Tengo el fifa 14  o el Minecraft — dijo levantando ambos juegos.

¿Unos más básicos no tenías? — Sero, que estaba asintiendo constantemente a lo que decía Denki, soltó una carcajada ante el comentario de Bakugo. Y es que no podía culpar al pelinegro pues yo también no pude evitar reír. Bakugo estaba sonriendo de esa forma suya y haciendo una pelea de miradas con Denki cuando volteé a verlo. Ambos estaban burlándose del otro.

Kaminari se mordía el labio ante la provocación del ceniza mientras asentía resentido.

Así estamos, eh — comentó el chico eléctrico, provocando que Bakugo amplíe su sonrisa orgullosa.

La relación que tenían ambos rubios provocaban risas en el grupo entero y, admito, que eso me molestaba. La relación confianzuda que tenían era claramente visible al resto de los chicos, mientras que Bakugo conmigo era más cerrado y hablar con él se me hacía difícil.

El camino hasta mi casa, que fue eterno, se basó en risas, comentarios sarcásticos de Bakugo, bromas de Denki y Kirishima y carcajadas de Sero y yo. Creo que con el pelinegro, entre tantas risas, olvidamos como hablar, puesto que cuando Sero quiso hacer un comentario sobre un chiste, tartamudeó tantas veces que no pude parar de reír junto con él. Supongo que a él también se le habrán cansado las mejillas de sonreír. 

Apenas llegamos a casa, los guié a todos a mi habitación. A ser sincero, estaba nervioso. Era la primera vez después de mucho tiempo que volvía a traer a amigos a mi casa. Cuando le conté a mamá que los había invitado, casi se puso a llorar.

Sin embargo, el que más me ponía nervioso era Bakugo. Y no tenía idea de porqué.

Tiramos las cinco mochilas en el rincón de mi habitación, al lado de la puerta. Denki y Sero se sacaron las camisas con total confianza y se tiraron en mi cama; Kirishima pidió permiso y se sentó en la silla de mi escritorio, y Bakugo se abrió los primeros botones de su camisa mientras se sentaba en el piso, apoyándose en mi cama.

¿Y qué juegos tenés instalados en esta belleza, Lukte? — pregunto Denki mientras le pasaba de forma suave las yemas de los dedos en el monitor (que era básicamente una televisión), como si la pantalla fuese delicada y no estuviera toda rayada (era bastante vieja, a ser sincero).

Uf, si te los digo, te morís — bromeé. Pude ver como a Denki le brillaron los ojos y escuché risas de parte del resto del grupo. Prendí la pantalla desde la esquina y prendí el CPU.

No Soy Gay ¡Bastardo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora