10. Fearless (2a parte)

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— No sé qué hacer. No sé cómo arreglarlo.
—Quizá no puedas... (...) El amor no puede curar una enfermedad mental.
(Alice Oseman)


Aidan no solía ponerse nervioso en presencia de ningún hombre. Ya no era aquel "Arturito" libre e inocente que sin pena había confesado que le gustaba su compañerito (porque no veía nada de malo en ello), ni tampoco el niño inseguro y asustadizo en el que se convirtió tras los meses de bullying que siguieron a eso.

Ahora podía entrar a una habitación repleta de hombres, seleccionar al que quisiera y, sin dudar siquiera un poco, caminar hasta él sabiendo que lograría lo que quisiera: una sonrisa, una copa, un halago, un beso, una experiencia juntos en el baño más próximo, una noche completa en su cama...

Cualquier cosa.

Él no se ponía nervioso, joder, no por un hombre. Así que realmente no entendía por qué le ocurría con Derek.

Su cabeza había estado tan llena de dudas y temor por la seguridad de Sarah (y un poco molesto, si era sincero, porque la estúpida de su hermana no se tomaba nada en serio), que había sido una total sorpresa encontrarse de nuevo con Derek y casi chocar, otra vez, con él. Su sonrisa y su animado “¡Hola!” habían sido sinceros, pero casi al instante notó algo raro en él, por eso había preguntado si estaba bien y se había disculpado por si su anterior encuentro –¿coqueteo?– lo había incomodado.

Y, hablando de inesperado, lo había sido cuando Derek lo interrumpió preguntando si podía pedirle un favor.

Por supuesto que podía. «Claro. Lo que tú quieras, Der». Y es que quizá estaba enloqueciendo, pero algo en él le decía que Derek podía pedirle que matara por él y Aidan lo haría. ¿Quizá por culpa? ¿Porque Aidan no superaba haberle hecho daño en su primer encuentro y quería compensarlo de alguna manera? Debía ser eso. No había ninguna otra razón lógica...

Sea como fuera, le había dicho que sí, podía pedirle un favor. No había nada de malo con eso, el problema vino después. Y es que el profundo ceño fruncido de Derek había despertado algo en él, un irracional instinto de protección. Quería envolverlo en sus brazos y protegerlo de todo lo malo de este mundo (sin tener en cuenta que él formaba parte de esa maldad). Pero como no podía (debido a su fobia) hacer nada de eso, lo que hizo fue acercarse a él en un intento por alisar la arruga entre sus cejas; afortunadamente, su cerebro empezó a funcionar de nuevo a tiempo para recordarle que tampoco podía hacer eso. «Hafefobia, Aidan. No seas idiota».

Retrocedió, molesto consigo mismo, y vio un mar de emociones cruzando en rostro de Derek antes de que este maldijera en voz baja. No parecía ir específicamente contra Aidan y fue por eso que se preocupó y le preguntó si necesitaba que llamara a alguien, porque parecía a punto de un ataque de pánico... Dios, ¿se lo había provocado él con su sola presencia? ¿Es que no podía hacer nada bien?

De ser así, tenía sentido que nadie, a excepción de sus padres, lo quisiera.

Pero entonces Derek gritó que no era eso y ahí fue realmente cuando todo se fue al carajo. Porque Aidan, quien nunca se pone nervioso, empezó a actuar como un adolescente inseguro tratando de conseguir su primera cita. Y fue más o menos así:

—¿Quieres un café? —y es que de verdad, de verdad, las palabras salieron sin su permiso. Fue como si su boca se hubiera desconectado del resto de su cuerpo y no obedeciera órdenes de su cerebro. Porque incluso él era consiente de que su pregunta no tenía ningún sentido. Y Derek, a juzgar por su confundido “¿Qué?”, también lo era.

Pero la boca de Aidan seguía sin cooperar: —Un café...o un té. O cualquier cosa para tomar. Aunque también podría ser algo para comer... ¿Un pan o un pastel?

Fearless Love (Amor sin miedo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora