11. Talasofobia

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—Déjame decidir si me convienes o no.
—No hay puente alguno entre tú y yo.
–Los puentes se construyen.
(Extrañas, de Guillermo Arriaga)



Derek: Perdón.

Aidan: Perdóname tú. No puedo evitar ser yo.


Adian miró por enésima vez los mensajes. Era el último que Derek le había mandado después de que él lo hubiera arruinado todo al querer tomarlo de la mano en la maldita Realidad Virtual.

—¡Agh! —Aidan seguía molesto consigo mismo y seguramente Derek también estaba enojado con él porque no había respondido a ese último mensaje suyo. Y tenía todo el sentido del mundo, porque Aidan vivía arruinando las cosas y disculpándose. Ciertamente las disculpas perdían su significado cuando eran tantas.

Aidan gruñó de nuevo y después lanzó el móvil a su cama. Afortunadamente, no se cayó; porque sólo eso le faltaba para terminar de arruinarlo todo. No le importaría gastar en otro celular o incluso quedarse incomunicado, pero... ¿Y si Derek le contestaba y él no se daba cuenta? Entonces no le respondería nada y Derek pensaría que lo estaba ignorando y...

—Respira, Aidan —tuvo que recordarse él mismo cuando empezó a hiperventilar. Dios, ¿qué estaba mal con él?

Pensó en ir a tomar de nuevo el móvil. ¿No se había escuchado una notificación? Quizá Derek por fin se estaba comunicando...

Estaba a punto de ir por él, pero al final se arrepintió. En su lugar, se sentó frente al ordenador. Quizá Kibuo tendría más suerte con Brooklyn que él con Derek.

Kibuo. Esperanza, en japones. Aidan estaba seguro de que él y la suerte y la esperanza no eran amigos en ningún idioma ni en ninguna realidad.

Todavía se preguntaba por qué Derek habría elegido ese nick, ¿quizá le gustaba ese lugar o era su sueño conocerlo?

Tal vez nunca lo sabría. Otra incógnita más sobre Derek.

Se sorprendió cuando Kibuo miró hacia sus pies desnudos y una arena demasiado realista apareció debajo. Aidan movió casi por reflejo los suyos, cerró los ojos y casi podía sentir la arena meterse entre los dedos de sus pies, el mar se escuchaba a lo lejos. Suspiró, Aidan lo hizo y Kibuo también. Entonces...

—Es imponente, ¿no?

Aidan saltó y de Kibuo salió un chirrido extraño que no era ninguna palabra.

—¿Estás bien? —preguntó la misma voz y sólo entonces Aidan notó al chico de cabello azul parado a su lado.

No lo había notado antes y por un loco instante su corazón se aceleró pensando que era Brooklyn, aunque con un color diferente de cabello. ¿Qué significado tendría el azul?

Estaba a punto de googlearlo cuando el chico, que no era Derek, preguntó: —¿Cuál es tu miedo?

Kibuo apartó la vista de su cabello por fin y lo miró a él. —¿Perdón?

—Tu miedo —repitió él —. Todos estamos aquí por una razón, ¿cuál es la tuya?

Derek. Él era su razón.

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⏰ Última actualización: Jan 01 ⏰

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Fearless Love (Amor sin miedo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora