2. Primer encuentro

1.6K 258 197
                                    

Suéltame el alma, que ya me has soltado la mano.
(Lissbeth SM)



Aidan miró, con un poquito de envidia, a sus dos compañeros compartiendo un sólo asiento. Se miraban con ojos ridículamente enamorados y soltaron varias risitas tontas antes de besarse. Llevaban juntos desde primer año. Un poco molesto, apartó la mirada pensando en lo hermoso que sería encontrar alguien a quien amar o, mucho mejor aún, alguien que lo amara sin importarle todos sus defectos.

Dicen que el primer amor nunca se olvida, que el resto de tu vida –y de tus amores– son sólo intentos de sentir eso de nuevo. Aidan supuso que eso no se aplicaba a él, teniendo en cuenta que su primer amor –si es que se le puede llamar así– fue el comienzo de este infierno en que se convirtió su vida. ¿Cómo olvidar a Mark? Aquel compañerito de la escuela, el primer chico que le gustó, el que le hizo darse cuenta que era diferente, que no era como los demás...el que le abrió los ojos a la realidad cruda de la vida de un hombre gay. Fue gracias a él, y a los años de bullying que sufrió por su culpa, que Aidan había aceptado que él no viviría nunca una de esas historias de cuento, un romance que terminara con un bonito «y vivieron felices por siempre». Eso era para ellos, para los otros, los "normales": los heterosexuales. A él le quedaba simplemente lo superficial, lo temporal, lo físico: el sexo.

«Mark». Un suspiro con su nombre se le escapó cuando la puerta se abrió y el profesor entró. El profesor Mark. Quizá debido a eso toda esta nostalgia repentina, su nombre le traía malos recuerdos. Tal vez también por eso odiaba esta clase. Aun así, Aidan sacó su cuaderno para tomar notas; porque el hecho de odiar –irracionalmente– al profesor, no quería decir que estaba dispuesto a reprobar la materia. Estaba buscando una pluma, porque sabía que su desagradable maestro empezaría su conferencia en cualquier momento sin importarle quién estaba listo... cuando él habló por primera vez: —Buenos días, jóvenes, mi nombre es Joseph Connor y estaré con ustedes durante las próximas dos semanas en esta asignatura, en lugar del profesor Mark. Siéntanse en confianza de acercarse a mí con cualquier duda.

Aidan suspiró de nuevo y esta vez no por nostalgia, melancolía ni resignación; este segundo suspiro fue puro aire escapando de su ser y dejándolo sin aliento al notar al hombre frente a la clase. Era definitivamente más joven que el viejo profesor Mark y mucho más atractivo también. Su cabello castaño oscuro estaba perfectamente peinado hacia atrás. Su piel era clara y de aspecto suave, tanto que Aidan apretó su pluma en un intento por reprimir sus ganas de levantarse e ir a comprobar si realmente era así. Sus ojos, lo comprobó cuando sus miradas se cruzaron, eran de un verde intenso que brilló con curiosidad cuando Aidan le sonrió abierta y descaradamente. Una ceja oscura del joven profesor se alzó, para nada impresionado con la coquetería de Aidan, y simplemente dijo: —Comenzamos.

El gemido de Aidan, creyendo que esa palabra era para él, murió cuando Joseph comenzó a hablar del tema asignado para la clase de hoy. Y quizá no era tan desagradable a la vista como el viejo y gordo profesor Mark, pero era igual de implacable. No los dejó descansar ni un sólo momento hasta que el timbre, que indicaba que la clase había terminado, sonó. Aunque había en él una pasión, quizá debido a su obvia juventud, que el profesor Mark no tenía. Sus manos se movían sin parar mientras explicaba los términos legales de la lección; sus cejas, sus labios y hasta su nariz se unían a ellas, haciendo evidente que era demasiado expresivo. La mano de dolía a Aidan –de tantas notas escritas– cuando por fin Joseph se detuvo, pero aún así estaba fascinado. Sólo habían sido dos horas, pero ya estaba un poquito enamorado de este maravilloso hombre.

Sólo que cuando se levantó de su asiento para ir a hablar con él, Joseph ya había anotado en la pizarra la tarea para la próxima sesión y salido del salón. Aidan gimió, frustrado, pero sólo había perdido una batalla; no la guerra. Para la próxima estaría listo para abordarlo. Tenía dos semanas enteras para lograr acercarse al profesor Joseph y convencerlo de llevárselo a la cama. Con cualquier otro profesor no se atrevería, pero había algo Joseph...un fuego que lo atraía aun a riesgo de quemarse con él. Y, además, era sólo un sustituto y no un profesor oficial; por lo que no haría daño, ya que no volvería a verlo después.


Fearless Love (Amor sin miedo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora