— PROLOGO —
La ciudadela Gerudo, el lugar donde las Gerudo vivían y forjaban sus vidas como guerreras. Era una raza guerrera de alta estima a lo largo del mundo, muchas eran las historias contadas por los que visitaron la zona desértica en la que se vivían las Gerudo, sobre todo de ellas.
Su imponente altura, su innata musculatura, su fuerza. El misticismo solo hizo que las historias crezcan.
Incluso si para ese punto muchas Gerudo habían salido del desierto en búsqueda de una vida distinta, el hecho de que las Gerudo no permitían presencia masculina en su ciudad, hizo que muchos rumores empezaran entre las personas ajenas.
Asi como el deseo de ingresar a aquella misteriosa ciudad por parte de los hombres de muchos lugares, un lugar donde solo habitaban mujeres, era realmente tentador para todos los hombres.
La seguridad de las Gerudo nunca fue cuestionable, era implacable como pocos, pero últimamente se encontraban con muchos intentos de hombres por entrar a su ciudadela.
Razón por la que los hombres que se encontraban dentro de la ciudadela, en vez de expulsarlos como se hacía antes, la matriarca tomo la decisión dar la orden de encierro a todo hombre que se atreviese a traspasar sus muros.
Habiendo dado esa orden, la matriarca ahora podía tomarle más importancia a asuntos que requerían de su atención, asuntos en donde el problema eran su propia gente.
En su gran palacio, se encontraba aquella matriarca, sentada en su trono con el ceño fruncido, cansada por esperar tanto a que la persona que esperaba llegara.
Una mujer de alta estatura, musculatura marcada, una larga cabellera roja sujetada con una coleta de caballo, labios pintados de azul. Sus orejas y nariz eran puntiagudos, pero lo que más denotaba era su madurez.
Su ropa consistía de la vestimenta normal Gerudo, pero adornada y vuelta armadura como la matriarca de una raza guerrera que era. Piezas relativamente pequeñas de armadura adornada que servían de protección y una ropa creada específicamente para dejar en claro su realeza, incluso sus aretes enormes y con forma de una luna creciente estaban bien cuidadas y pulidas hasta reflejar perfectamente su entorno.
Aquella matriarca, se llama Urbosa, quien en ese momento se encontraba esperando por el reporte de una Gerudo que envió a realizar una misión.
Últimamente tenía un mal presentimiento, algo raro estaba pasando, teniendo ese sentimiento en mente, hace dos noches había enviado a su espía de confianza para ver si las Gerudo bajo su mando eran leales.
Su sorpresa llego cuando su espía apareció delante de ella, en la sala donde Urbosa, en su trono, recibía a las personas que acudían a ella.
Teniendo en cuenta su calidad de espía, no debía tener una información importante como para aparecer en un lugar tan público para dar su informe.
"Que extraño, no se supone que deba aparecer en público..."
—Oh? ¿A qué se debe tu visita en este lugar?
Urbosa sabía que hablar de asuntos privados alrededor de sus guardias era peligroso, pero aun así, confió en su espía para evitar temas riesgosos.
La espía que envió estaba de rodillas, la cubría una capucha amarilla sucia por la arena y tiempo sin lavar, y para dar prueba de que era la espía, saco una daga Gerudo fabricada con un conjunto de puntos grabados en la hoja.
Urbosa vio la daga y confirmo con la cabeza, la espía entonces se levantó y procedió a hablar.
—Mi señora, me enorgullece darle la información que me solicito hace dos noches, y me enorgullece incluso más decirle que no encontré a ninguna traidora o de pobre convicción en las tropas.
ESTÁS LEYENDO
COMO QUE NO SE SUPONIA QUE FUERA YO!? (T/n x Zelda)
Fanfictionun heroe nacio... de cabello oscuro y de pobre moral, miedoso y con ganas de salir corriendo ante el peligro. Ahora que hay un espacio vacio en la legenda, el rey de Hyrule se vio obligado a buscar alguien que encajara en ese destino... y aunque lo...