¿Cómo se pasa de aceptar ser la novia falsa de tu amor imposible por un trato a que salgan a la luz verdades sobre tu vida? ¿Acaso Tomás no solo pedía ese trato para alejar a una chica de él, sino que había algo más que no había revelado? ¿Quién ocu...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
«🔸»
—Sof, será por poco tiempo, lo prometo.
Tal vez mi yo de 13 años estaría saltando de alegría, gritando a los cuatro vientos que su crush le hizo caso. Ahora, suena tan tonto... Aunque, en realidad, no me hizo caso, pero ya se entiende.
—Sof, por favor. Es por una buena causa.
—¿Cuál? —pregunté sin rodeos.
Él pasó a mi lado, logrando llegar al borde de mi cama, donde se sentó con pesadez. Yo, en cambio, me dispuse a observar mis apuntes. Está claro que, con todo esto, no logro poner atención a nada de lo que dice el cuaderno; ni siquiera recordaba lo que antes me tenía tan concentrada.
—Ya, bueno...
Por un segundo pensé que se había quedado sin voz, pero no. Al parecer, se le complicaba hablar de lo que sea que pasara. Suspira antes de mencionar algo.
Parece pasar una eternidad hasta que por fin concluye:
—Hay una chica.
Al parecer, había dejado otro corazón roto a distancia... déjà vu, quizás.
—Una chica que no me deja en paz —aclara, algo avergonzado tras mi silencio.
«¿Cómo se supone que al aceptar ser su novia la chica lo deje en paz?»
Eso rápidamente me hizo recordar lo que pasó hace un tiempo, justo cuando se besó con Tina. Tal vez ese fue su rechazo ante mi declaración de amor. Al darme cuenta de que hace un tiempo yo hubiera sido la chica, sentí cómo mis mejillas ardieron llenas de vergüenza. Estaba pasando lo mismo, con la diferencia de que ahora no era yo la rechazada, sino más bien la cómplice. Lo bueno es que él no se percata de aquello, porque estoy sentada, dándole la espalda mientras intento seguir estudiando con el cuaderno aún abierto en la mesa.
—Dile que no sientes lo mismo, fin.
«Así como hiciste conmigo.»
—No es fácil...
«¿Pero si lo fue conmigo?»
Mis dedos presionan con más fuerza al pobre lápiz.
—Pues búscate a uno de tus muchos ligues que babean por ti; así te aceptan sin rechinar.
Siento una ola de rencor por esos recuerdos, sobre todo por haberme dado cuenta de las intenciones que tuvo al besar a Tina. Ahora quería hacerle lo mismo a otra chica.
Después de tanto evitarlo, por fin le doy la cara, lo cual lamento al instante.
—Recuerdo que tú también babeabas por mí —me dice, esbozando una de sus sonrisas coquetas, lo que me hace parpadear sin parar.
