8. Al día siguiente

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Capítulo 8:

Al día siguiente.

Al día siguiente

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«🔸»

Unos rayos de luz empiezan a molestarme, pero logro esquivarlos colocando la almohada que estaba a mi lado sobre la cara.

—Ya despierta —dice una voz irritada.

Era Nicki, que parecía bastante enfadado. Seguro que alguien le había contado cosas sobre la fiesta. La fiesta... ¿será por lo mucho que estuve bailando y tomando shots? Primero en la fiesta de Aksel, emborrachándome, y ahora en esta. Obvio que eso lo enfadaría mucho.

«¿Qué he hecho?»

Ay, no. Lo único que sé es que en este momento no quiero lamentar nada y solo deseo dormir como si no existiera un mañana.

Sacuden la almohada que cubre mi cara hasta que logran quitarla.

—Ya despierta, joder. Son las doce del mediodía.

—Hoy es sábado, Nicki —protesto con cansancio, despejando mis párpados apenas unos centímetros para verlo parado cerca de mi cama con cara de frustración—. Déjame en paz. —Vuelvo a cerrar los ojos, esta vez colocándome boca abajo para que los rayos no lleguen a mi cara, mientras él sale dando un tremendo portazo.

«Punto para Sofí.»

Tal vez no, porque justo cuando se fue, escucho que la puerta se abre nuevamente.

—Despierta, ya escuchaste a tu hermano.

Oh no, ¿ahora le toca a Tomás hacer de padre enojado? ¿Después vendrá también Cris, o cómo?

Decido ignorarlo hasta que se va, y eso da paso a un ronquido bajo.

Con toda la pesadez del mundo, logro sentarme en mi cama con un fuerte dolor de cabeza. Lo que sea que haya sonado puede esperar; esto duele demasiado. Intento levantarme para ir en busca de una ducha fría lo antes posible y... hay algo que me impide seguir caminando. Al mirar hacia abajo, me doy cuenta de que Cris está en el piso, durmiendo como si no hubieran estado Nicki y Tomás diciendo que me levantara hace tan solo unos minutos.

—Oye, oye —lo pateo con poca sutileza, obvio que sin intención de lastimarlo.

—Déjame, no quiero salir.

—¿Estás loco? ¿Qué haces aquí?

Se soba los ojos con amargura y me lanza una mirada agria.

—Oh, ya es de día... —parece confundido al percatarse de que hay sol entrando por mi ventana—. ¿Entonces ya estás sobria?

—¿Qué? ¿De qué hablas?

—¿De verdad no recuerdas nada?

—Especifica, nada.

Trato cumplido © (Proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora