𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟐

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En memoria

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── 𝕾𝖔𝖑𝖊𝖎𝖑 𝕲𝖗𝖞𝖋𝖋𝖎𝖓𝖉𝖔𝖗 𝖊𝖘𝖙𝖆𝖇𝖆 𝖍𝖆𝖗𝖙𝖆. 𝕸𝖎𝖊𝖓𝖙𝖗𝖆𝖘 𝖘𝖔𝖑𝖙𝖆𝖇𝖆 𝖚𝖓 𝖈𝖍𝖎𝖑𝖑𝖎𝖉𝖔 𝖉𝖊 𝖗𝖆𝖇𝖎𝖆, agarró la varita fallida y la aventó hacia el otro extremo de la habitación donde ya hacían una veintena de ellas, algunas rotas, otras chamuscadas e incluso unas intactas pero la infusión o mezcla del núcleo no había resultado.

—¿Qué se supone que estoy haciendo mal? —se quejó la muchacha mesándose el cabello con impotencia.

—Pensé que me habías prometido que ya no ibas a lanzar nada más, Sol —expuso su madre que acababa de entrar a la habitación con una bandeja de comida y El Profeta intentando no pisar las varitas lanzadas al suelo.

Soleil suspiró con pesadez, agobiada. —Perdón... Creí que iba a resultar después de haber hecho las correcciones, incluso me terminé el cuaderno que me diste, está lleno, no hay una sola hoja en blanco.

Su madre llegó hasta el desordenado escritorio lleno de pociones, sales, libros, trozos de madera, cuencos, instrumentos de varitología y frascos e hizo espacio para colocar la bandeja de comida.

—Me gustaría decirte algo, pero —titubeó su madre tapando el caldero que echaba vapores circundantes de color naranja— no sabría que, aunque no dudo que te esfuerzas para intentar hacer tú misma una varita, cariño, eres muy perseverante seguro que la siguiente es la buena.

Su madre le dio un beso en la mejilla y le acarició el cabello.

—De verdad pensé que podía hacer una varita —murmuró Soleil dejando caer su cabeza en el vientre de su madre a la vez ella le acariciaba el cabello—, pero al momento de la práctica... He hecho muchas correcciones incluso cambié las formulas y trabaje en base a la alquimia, estoy segura que utilicé las medidas necesarias, las pociones están correctamente hechas incluso los núcleos están...

—Está bien, está bien Sol —consoló su madre con voz tranquilizadora—. Está bien equivocarse y tampoco es tu culpa, la fabricación de varitas es un tema complejo, seguro que ya has conseguido un avance ¿verdad? Con lo inteligente que eres.

Soleil asintió apenas.

—Es un avance, un gran avance Sol —la animó separándose para acariciarle la cara—. Ten paciencia, apenas estás comenzando con esto y no tienes por qué apresurarte eres muy buena haciendo magia sin varita, no hay apuro, mi amor.

Soleil sollozó y se lanzó para abrazar a su madre. Había pasado casi todo un mes intentando fabricar una varita después de haberse leído un montón de libros, artículos, enciclopedias, investigaciones y reseñas propias de varios fabricantes, entre ellos Ollivander y realmente pensó que ya tenía la capacidad para realizar una varita quizás al tercer intento como mucho. Pero la fabricación le había sido mucho más difícil que comprender un libro sobre el tema incluso había hasta había llorado del coraje, aunque no fueron las únicas veces que lloró.

Las tres primeras semanas no se pudo levantar de la cama, casi siempre tenía los ojos hinchados y rojos por el llanto frecuente y el único momento en que no lloraba era cuando estaba dormida (y no era bueno tampoco), porque soñaba con gritos, sangre, luces rojas, y el rostro de Adrián, Mario y Jefferson desfigurados por la tortura retorciéndose sobre el suelo adoquinado de Londres, arañando la superficie, desgarrándose la garganta y escupiendo sangre por gritar sin descanso alguno.

𝑮𝒓𝒚𝒇𝒇𝒊𝒏𝒅𝒐𝒓 ⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora