𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟑

55 4 17
                                    

El ladrón

────────•❃°•°•°•°❃•────────

── 𝑆𝑜𝑙𝑒𝑖𝑙 𝑎𝑏𝑟𝑖𝑜́ 𝑙𝑜𝑠 𝑜𝑗𝑜𝑠 𝑦 𝑙𝑜 𝑑𝑒𝑠𝑙𝑢𝑚𝑏𝑟𝑜́ un resplandor verde y dorado. No tenía ni idea de qué había ocurrido, pero era evidente que se hallaba tendida sobre algo que semejaba hojas y ramitas. Inspiró con dificultad para llenar de aire los pulmones, que notaba aplastados; parpadeó y comprendió que el intenso brillo era la luz del sol filtrándose a través de un toldo de hojas. Entonces algo se movió cerca de su cara y ella se puso a gatas, dispuesta a enfrentarse con alguna criatura pequeña pero feroz; no obstante, sólo se trataba de un pie de Hermione. De inmediato, echó una ojeada alrededor y comprobó que sus tres amigos y ella estaban tumbados en un bosque, al parecer solos.

Lo primero que le vino a la cabeza fue el Bosque Prohibido y, aunque sabía lo peligroso y absurdo que habría sido aparecerse en los terrenos de Hogwarts, le dio un vuelco el corazón al pensar que desde allí, caminando a hurtadillas entre los árboles, podrían llegar a la cabaña de Hagrid. Sin embargo, en los pocos instantes que tardó Ron en emitir un débil gruñido y Harry en arrastrarse hasta él, comprendió que no se trataba del bosque del colegio: los árboles parecían más jóvenes y crecían más separados, y el suelo estaba más limpio.

Hermione también se había puesto a cuatro patas y acercado a la cabeza de Ron. En cuanto vio a su amigo, las demás preocupaciones se le borraron, porque el muchacho tenía todo el costado izquierdo manchado de sangre, y la cara, pálida y grisácea, destacaba sobre la hojarasca del suelo. Se estaba acabando el efecto de la poción multijugos: Ron era mitad Cattermole y mitad él mismo, y el cabello se le iba volviendo cada vez más pelirrojo a medida que el rostro perdía el poco color que le quedaba.

—¿Qué le ha pasado? —preguntó Harry, preocupado.

—Ha sufrido una despartición —contestó Soleil mientras examinaba la manga de la camisa de Ron, la parte más manchada de sangre.

Harry se quedó mirando, horrorizado, cómo su Hermione le desgarraba la camisa.

—Se ve muy mal, Hermione... —murmuró Soleil inclinándose más cerca de la herida.

Al descubierto brazo de Ron le faltaba un gran trozo de carne, como si se lo hubieran cortado limpiamente con un cuchillo.

—Ya... —murmuró Hermione— Rápido, Harry. En mi bolso hay una botellita con una etiqueta que pone «Esencia de díctamo»... Tráemela.

Soleil se apresuró a apretar la herida para evitar que saliera más sangre de la que ya había perdido su amigo.

—¿En tu...? ¡Ah, vale!

Harry fue corriendo al sitio donde Hermione había aterrizado, cogió el bolsito de cuentas y metió una mano dentro.

—¡Date prisa, Harry! —chilló Soleil que apenas tenía el físico de Annie Padge.

Harry recogió su varita mágica del suelo y apuntó a las profundidades del bolso mágico.

¡Accio díctamo!

Una botellita marrón salió disparada del bolso; el chico la atrapó y volvió rápidamente junto a Soleil, Hermione y Ron, que tenía los ojos entornados; entre sus párpados sólo se veían dos estrechas franjas blancas de globo ocular.

—Se ha desmayado —afirmó Hermione, también muy pálida; ya no tenía el físico de Mafalda, aunque todavía le quedaban algunos mechones canosos en el pelo—. Destapa la botella, Harry; a mí me tiemblan las manos.

𝑮𝒓𝒚𝒇𝒇𝒊𝒏𝒅𝒐𝒓 ⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora