𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟏𝟖

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Un traidor en las filas

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── Soleil sabía que estaba nevando cuando el frío le congelaba los pies y las manos, también sabía que cada tres días le traían algo para comer, solo avena, y rara vez agua. Aún no sabía dónde estaba, pero sabía que había mucha más gente secuestrada allí con ella; vio en varias ocasiones a tres elfos domésticos llevar cuencos de avena y parecían haber turnos para torturar cuando los gritos hacían eco en las lisas paredes de piedra.

La noche anterior, después de que Amycus Carrow la tortura personalmente, la había dejado sin encadenar, aunque lo había hecho a propósito por qué quería que se desangrara luego de reabrir las heridas hechas por Bellatrix Lestrange. Soleil estaba segura que le había perforado unas cuantas venas cuando los moretones y la hinchazón empeoró luego de varias horas.

Había llorado y gritado, pero no suplicado. Ni siquiera les había dicho a los dos mortífagos que la torturaron los dos días anteriores con agua caliente y la maldición cruciatus que pararan.

—¡NO LO SÉ! ¡NO LO SÉ!

El gritó que rebotó en las paredes de la celda no parecía ser suyo, no reconocería su propia voz si no fuera porque la estaban torturando.

Guardó en lo más profundo de su garganta un por favor que sollozaba por salir.

De pronto se sintió caer y rápidamente su cuerpo se estrelló contra el suelo encharcado de agua tibia. Temblaba. La piel con ampollas por quemaduras ardió cuando tocó el sucio y frio suelo.

—Suficiente. Llama a los jóvenes, no les vendrá mal una clase de sus superiores.

—¿Con Gryffindor? A perdido mucha sangre en este último mes, no creí que los semidioses duraran tanto. Realmente no parece humana.

—¿Quieres que el mi señor nos mate? Torturemos a la nueva rehén.

Apenas recordaba cuantas sesiones de "bienvenida" había soportado, pero sabía que a Bellatrix les gustaba llamarlas Momento de chicas. Ella era la peor: arrancó sus uñas de los pies el primer día que llegó; jalaba del cabello e incluso se lo cortó, lo quemó y luego le gustaba cortar la piel con una daga; la hacía levitar hasta colocarla de cabeza y ni siquiera le importaba si lograba romperle los brazos que estaban encadenados; la estrangulación también parecía hacerla feliz al igual que el ahogamiento.

Soleil descubrió que lo que más le gustaba a Bellatrix era la sangre, el olor metálico, el vivo color rojo transparentándose con el color de la piel mientras resbalaba en gotas, lo pegajosa que era luego de estar en contacto con el aire; a Bellatrix le gustaba de sobremanera e incluso Soleil se estremeció cuando la escuchó murmurar que se veía apetitosa la sangre en la herida que había hecho sobre sus clavículas.

La fiebre la mantenía despierta la mayor parte del tiempo. El suelo de la celda era duro e incómodo, casi siempre temblaba de frio a pesar de que su piel estaba ardiendo y notaba lo sensible que estaba su cabeza cuando la recostaba sobre la pared de piedra al igual que su costado, sin duda ambas heridas estaban infectadas.

Iba a morir.

Apoyó delicadamente la cabeza sobre la pared. No recordaba haber dormido desde que llegó allí. Las noches no eran precisamente cálidas y los periodos de inconciencia y desmayos entre torturas que parecían ser lo suficientemente largos como para que su cuerpo los considerar "descanso". Comenzaba a olvidar muchas cosas. Pero sobre todo a Ron, apenas y sabía cuál era su tono de cabello o el sonido de su voz, al menos esperaba que él volviera a buscar a Harry y Hermione.

𝑮𝒓𝒚𝒇𝒇𝒊𝒏𝒅𝒐𝒓 ⁴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora