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¿Casa? ¿Qué?.

Al llegar se bajó del caballo, noto una carreta estacionada y un montón de madera amontonada aun lado.

- Ven quiero enseñarte algo - camino dentro de la cabaña.

El peli plata no tuvo opción más que seguirlo.

Cuando entro, lo que más destacaba era la cama, ahora no solo había mesa, sillas y estufa, si no también cama, un pequeño sillón, mesita de noche y un mueble que no sabía que tenía dentro.

- ¿Qué es esto? - preguntó.

- Nuestro hogar.

- ¿Nuestro hogar?.

- Lo llamé así porque es más fácil que decir "escondite".

- ¿"Nuestro hogar" es más fácil que "escondite"?.

- No, así no. Tienes que decirle, casa.

- ¿Esta es una broma? - preguntó confundido.

- Claro que no, aquí nos veremos todos los días cada semana o cuando podamos así que puedes llamarlo casa, no hay problema. Ya limpie todo, traje algunas cosas que nos servirán y faltan unas otras pero eso con tiempo. Tengo hasta el viernes para terminar.

Atsushi no sabía que decir, de pronto la cabaña se convirtió en una especie de casa, no un refugio, si no casa. ¿Por qué había una cama? Entiende lo de los sillones, ¿pensaba el castaño dormir ahí?. Ahora con más cosas lucia más pequeña pero de alguna manera le parecía acogedora.

- ¿No te gusta? - preguntó preocupado.

- No, es solo que, esto es tan repentino, ¿y si no podemos vernos?.

- Es por eso que dije que cuando podamos, aunque me gustaría que lo usáramos mucho.

No estaba seguro de los planes del castaño.

- Tranquilo que me he asegurado de que nadie sepa de este lugar.

- Es bastante lindo - admitió - Espero podamos usarla - se acercó a la cama para sentarse, era muy suave lo cual le sorprendió.

Quiza sea él quien se mude ahí, parecía ser que huir no sonaba mal ahora.

- Yo también - dijo el castaño.

Estuvieron un rato más ahí, hablando un poco de lo que acababa de suceder y la preocupación de el peli plata por el castigo. Desgraciadamente no había mucho que hacer, no a menos que quiera a la iglesia de su enemigo.

- Tendrás que hacer algo al respecto una vez seas rey - dijo el castaño - No podemos arriesgarnos a hacer algo y que no puedas llegar al trono.

Dicho esto, el de ojos bicolor se quedó callado pues le había insinuado qué rescatarán a la chica pero fue rechazado. Era doloroso ver que no podrían hacerlo solos.

- Lo siento - se disculpo el castaño.

La mirada sobre él hizo qué también lo mirara. Podía ver su sinceridad ante ello, no era necesario que dijera más, entendía perfectamente. Aunque se sentía triste, el estar junto al castaño le ayudaba mucho a tranquilizarse y no hacer nada estúpido.

- ¿Quieres bailar? - preguntó levantándose de la cama.

Al ver la mano y la petición del de ojos cafés, asintió. Si quería, quería hacerlo para poder olvidar, olvidar y quitarse esa impotencia qué sentía.

Coloco una de sus manos en el hombro del castaño pero antes de tomar la mano, fue rodeado por la cintura, dejando nada de espacio personal entre sus cuerpos. Con sorpresa alzo su cabeza para decir algo pero recibió una sonrisa, ¿qué iba a hacer?. Las manos le rodeaban y le propiciaban calor, una de las manos subió a su espalda y por un instante entro en pánico, aun le costaba un poco aceptar ese tipo de acercamientos, ya le había abrazado pero en esos momentos no lo pensó demasiado, estaba asustado y enojado. Justo en ese momento sentía que un abrazo, aunque no tuviera forma de serlo, era lo que necesitaba. El también rodeo con sus brazos el cuello ajeno y recargo su cabeza en el pecho. Se balanceaban lentamente de un lado a otro, en silencio. Podía escuchar levemente los latidos del corazón, una interesante melodia qué lo relajaba por completo.

En esta no. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora