No lo esperaba. No quería enamorarme. Pero no puedo dejarlo ir.
Kang Minhee hace del mundo un lugar más seguro. Es brillante.
Es un héroe.
Encierra a los enfermos y depravados.
Pero mientras él está salvando vidas, yo las termino. Cobrando las d...
Cuando estás cortejando una chica agradable, una hora parece segundo. Cuando te sientas en una estufa ardiendo, parece una hora. Eso es la relatividad. —Albert Einstein.
Ham Wonjin
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Son más de las cinco cuando empiezo a mirar mi reloj, preguntándome si realmente me están plantando esta vez.
No estoy seguro de que me obligó a llamarlo, coquetear con él y luego acordar una cita tal, vez sea porque necesito sentirme menos como un monstruo frío y más como un hombre.
Yo viví. Otros murieron.
Yo viví, pero me siento muerto.
Tal vez quiero sentirme vivo, considerando que mi tiempo puede ser limitado. Debería atesorar cada momento... cuando no estoy cobrando una deuda atrasada. No es exactamente romántico pensar en un tipo mientras estás cortando a otro en pedazos, pero Minhee estuvo definitivamente en mi mente durante los tres días que pasé cobrándome la deuda de Younghoon.
Tampoco en los rincones oscuros de mi mente que están reservados para la venganza.
No. Minhee estaba en las partes buenas que yo creía que ya no existían, despertó una luz largamente perdida como si no todo lo bueno dentro de mí hubiera sido destruido.
Justo cuando estoy a punto de enviarle un mensaje y averiguar si está bien, hay un cuerpo que se desliza de repente en el asiento delante de mí, y mis ojos aparecen para encontrarse con un par de suaves ojos. Podría mirar esos ojos todo el día. El resto de él también está a la altura de esos ojos perfectos.
Es el pecado y el placer envueltos en un paquete que estoy tentado a mirar.
—Lo siento mucho —gime, haciendo señas a una mesera—. Había tráfico, tuve que abusar de mi poder y encender las luces para poder pasar.
Mi sonrisa me sorprende cada vez que me hace usarla.
—Está bien, sólo estaba preocupado—miento, bueno, más o menos. Estaba preocupado por él y me preocupaba que me hubieran dejado plantado.
Su sonrisa es genuina e instantánea cuando ve que no estoy enfadado y la mesera aparece, terminando el momento de dos idiotas sonriéndose el uno al otro. Honestamente no puedo recordar un momento en el que mi estómago estuviera revoloteando. Era sólo un adolescente cuando mi vida se hizo añicos y la ilusión de normalidad se mantuvo por siempre fuera de mi alcance. Esto es lo más humano que he sentido en mucho tiempo y es sólo un café de camino al trabajo.
Ambos ordenamos y la mesera se aleja después de darle un rápido vistazo y guiñarme el ojo como si lo aprobara. No es que necesite su aprobación.
—Entonces, ¿qué te hizo acceder a conocerme? —pregunta, aparentemente saltándose la charla.
Supongo que es prudente, ya que nuestro tiempo será limitado sin mencionar que él interroga para ganarse la vida, así que es natural empezar una cita así con él.