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La verdad es lo que resiste a la prueba de la experiencia. --Albert Einstein.

—¿Estás saliendo con un maldito agente del FBI? —Jungmon habla por teléfono y yo me quejo, quitándomelo de la oreja mientras estaciono en el restaurante de enfrente de donde está Juyeon

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—¿Estás saliendo con un maldito agente del FBI? —Jungmon habla por teléfono y yo me quejo, quitándomelo de la oreja mientras estaciono en el restaurante de enfrente de donde está Juyeon.

Me muero de hambre y no podemos ver el interior de esta oficina, así que acecho desde aquí, ya que aquí es donde tiene las reservaciones. En este momento, esta peluca rubia me pica mucho y este lápiz labial rojo definitivamente me hace sobresalir. Añade las dos cosas con las gafas de sol oscuras y la ropa ajustada que llevo, y no me parezco en nada a Ham Wonjin, por si acaso.

—Ya expliqué cómo sucedió —le digo a Jungmon, deseando no haberme involucrado en la confesión.

—Y tú estás en Nueva York, donde él también está.

—Juyeon está aquí, por eso estoy. aquí. Tomó un viaje no programado hasta acá, así que me preocupó que viniera a ver a uno de los otros, ya que el próximo objetivo también está aquí. Tiene reservación para el almuerzo, para dos, Jungmon.

Respira hondo.

—Nueva York está muy lejos de Virginia Occidental. ¿Qué está haciendo allí?

—No lo sé. Fue a la misma oficina donde trabaja Eric.

—Los medios de comunicación no han conseguido la historia.

—Sí, pero eso no significa que no hayan oído que varios de sus amigos han muerto recientemente.

Se queda callado y yo me quedo mirando el restaurante. Juyeon tiene una reservación para dos aquí en el almuerzo, eso lo descubrí por el teléfono clonado pero no ha estado enviando mensajes de texto a Eric. No estoy seguro de a quién le está enviando mensajes.

—¿Jungmon? ¿Sigues ahí?

—No —dice, sonando apagado—. Estoy a tu lado.

Miro por la ventana y encuentro a un tipo con barba de chivo, lentes oscuros y un bastón... No estoy seguro de cómo se llama pero se parece sospechosamente al bastón que los invidentes usarían para orientarse. Su cabello también ha sido teñido de rubio.

Supongo que ambos estamos de incógnito.

Salgo del coche, arqueando una ceja hacia él.

—¿Cowabunga6?

Resopla, pero luego sus labios se afinan.

—¿Así que decidiste venir a la ciudad de Nueva York sin decírmelo? —pregunto, cruzando mis brazos sobre mi pecho.

Él se encoge de hombros despreocupadamente.

—Lo mismo que hiciste básicamente. Tengo el mismo teléfono que tú, ¿recuerdas? Sabía que te ibas a ir.

Riesgo [Miniham]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora