Capítulo 9

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Regalos

Los dos tomaron asiento uno al lado del otro, aún con la respiración agitada intentaron calmarse respirando hondo después de esa corrida, más Melissa ya que ella no hacía ningún tipo de actividad física. Su corazón aún estaba agitado e iba en aumento por el hecho de que el chico a su lado había tomado su mano. Lo observa por el rabillo del ojo, había abierto la ventana, su rostro contenía gotas de sudor, saca de su mochila una toalla y empieza a secarse el rostro.

—¿Siempre llevas una toalla de deportista? —pregunta la de ojos cafés oscuros intentando entablar conversación.

—Sí, de hecho soy deportista —contestó volteando a verla fijamente con sus ojos cafés claros.

"Por Dios... ¡Qué atractivo es! Nunca había notado lo hermoso que era el café en sus ojos". piensa la joven volviendo a sí misma.

—¿Y qué prácticas? —pregunta curiosa.

—Pues... fútbol. De hecho J.J y Mau también juegan —responde mostrando cierto orgullo en su mirada.

—¿En serio? —cuestiona con asombrada. El chico asiente. —Con razón no te cansaste con tanta facilidad como yo —ríe nerviosa al decir lo último.

—Sí... En el fútbol hay que tener una gran resistencia, pero claro llega un momento en que nos sentimos agotados como todo ser humano Melissa —informa encogiéndose de hombros.

—Sí, es cierto.

—Por cierto Melissa... —La chica se voltea a verlo fijamente. —Preferiría que me llames Alex, ¿si? —le pide mientras la observaba examinando su expresión.

—Sí —Asiente sin dejar de mirarlo. —Aleex...ander —ríe al terminar de alargar la 'e' para terminar diciendo su nombre.

El azabache sonríe. —Eres graciosa, disfruto de tu compañía. Normalmente acostumbro a irme solo, pero es todo un placer poder acompañarte y conocerte más —confiesa sonriendo con los labios cuando termina de hablar.

La chica siente una extraña sensación de cosquilleo en sus mejillas y voltea su cara observando el otro extremo del autobús para confesar: —A mí también me gusta tu compañía.

El azabache sonríe ampliamente mirando hacia la ventana.

Quedaron en total silencio en el transcurso de su viaje, hasta que Alex llegó a su parada, el autobús se detuvo, pero antes de levantarse y bajarse, se despidió con un «Hasta mañana, Meli.» sonriéndole ligeramente. La chica se limitó a mover su mano izquierda como respuesta.

[...]

La castaña rojiza camina a casa después de haber bajado del bus dando pequeños saltos y esbozando una sonrisa en su boca, pero detiene su acción al percatarse de que estaba en la calle, aún avergonzada empieza a reírse de sí misma tapando su boca. Aquel muchacho había dicho que disfrutaba de su compañía y ella ya estaba en las nubes, verdaderamente no podía negar que dicha confesión por el chico de cabellos azabache le causaba felicidad, pero no sabía cómo interpretarlo de forma lógica sin hacerse un enredo.

Cada paso que daba la chica daba lugar a pensamientos completamente sin lógica hasta para ella misma, pero de pronto sintió una cálida brisa en compañía con algunos rayos del sol disimulados sobre la copa de los árboles, la brisa jugaba con los mechones de su cabello castaño rojizo durante su camino causando una sensación de calidez en ella. Cerró sus ojos y tuvo una idea, buscó rápidamente su cuaderno de dibujos y un lapíz con la punta desgastada para reposarse sobre un tronco y dedicar de su tiempo en hacer un boceto rápido sobre la naturaleza que la rodeaba, era un hecho que una de las pasiones de Melissa es el dibujo, en especial sí es de algún lugar nuevo que visitó.

Amor a primera vista [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora