Capítulo 15

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Acercamientos

La muchacha había perdido la cordura al atreverse a romper el espacio aún existente entre ellos acercando su cuerpo con sutileza hasta que sus narices estén a un centímetro de chocar. Ella miró directamente hacia sus ojos cafés claros con intensidad, no sin antes escanearlos buscando interpretar el mensaje en su mirada: «¿Acaso lo desea tanto como yo? ¿Debería hacerlo y ya...?» eran los pensamientos de aquella castaña rojiza conteniendo su aliento nervioso.

En sus ojos cafés claros se podía ver una chispa de atracción, que sus pupilas dilatadas dejaban expuestos. El chico aún la sostenía por su cintura, desencadenando un sinfín de reacciones químicas en su cuerpo. Ella, con su corazón acelerado vio como el azabache se acercaba cada vez, e instintivamente cerró sus ojos, sin moverse un centímetro de más esperando ese tan aclamado acercamiento.

—Meli... eres tan hermosa —murmura cerca de su oído, dejando escapar una dulce fragancia a vainilla que emanaba de su cuello desconcentrando a la chica—. ¿Te encuentras bien? —pregunta usando un tono preocupado, colocando sus manos en los hombros de la chica para mirarla de frente levemente inclinado a su altura.

—S-sí, estoy bien —respondió con el poco aliento que le sobraba.

—¿Quieres un poco de agua?

Ella asintió; así que él la encaminó hacia el último escalón para sentarse juntos y tomar de su mochila, su termo con agua.

Ella lo mira desconfiada.

—Tranquila, toma todo lo que quieras. Es gratis.

Melissa esboza una pequeña sonrisa para tomar el termo deportivo del azabache y beber con timidez.

—¿Ya te sientes mejor? —pregunta mirándola con ternura mientras le sacudía su melena castaña rojiza.

—Sí, gracias por todo, Alex.

—No tienes porqué agradecer. Estoy a sus servicios, pequeña Mérida —se regocija haciendo una reverencia con su mano derecho en el estómago al levantarse.

—¿Qué? ¿A qué viene eso? —cuestiona, estallando en risas.

Él le tiende su mano, ayudándola a levantarse del escalón para emprender su camino juntos.

—Pues... no sé —divaga encogiéndose de hombros—. Tal vez por tu cabello... y que quería ponerte algún apodo —responde señalándola con su dedo índice en movimiento.

—¿Y por qué Mérida? —indaga la chica con sus ojos curiosos.

—¿Tiene que haber alguna razón detrás? —cuestiona mirándola con un gesto inocente, mientras que ella muestra una mirada retadora, causando que se rasque el pelo—. Pues... porque creo que eres una princesa y yo un fiel súbdito que está dispuesto a seguir tus órdenes.

Ellos se detienen, mientras que el azabache la observaba fijamente con ese brillo nuevamente, causando que los nervios de la castaña rojiza volvieran a resurgir.

—En ese caso, vámonos lacayo, que perdemos el autobús —bromea jalándolo del brazo, mirando al frente para disimular su creciente sonrojo.

—¡Ey!, yo no dije eso —se queja, fingiendo indignación.

—¿Qué más da? —se carcajea conduciendo a un chico avergonzado a la parada del autobús. Hay un silencio—. Alex...

Él la mira, indicándole que puede proseguir.

—Ese apodo... ¿puede quedar entre nosotros?

Él asiente.

—Por supuesto —responde para después mostrar duda—. Pues necesitaremos un reemplazo. ¿Tienes otro nombre, Meli?

Amor a primera vista [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora