Capítulo23

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"Oxitocina"

Madison.

No había pasado una semana desde que Damon le pidió la mano a mi madre y ya todos en la preparatoria lo sabían ¡Hasta los profesores cuchicheaban!Una que otra me felicitaba...¿Felicidades por qué o qué pelotuda?

No soy una Kardashian pero tampoco era una mosca fea.¿Habían moscas feas?En fin, ni que me hubiera ganado un premio, o sea sí, me gané al mejor chico del mundo, pero nunca entendí las felicitaciones.

Claro tampoco podía faltar el profesor como el que ahora estaba hablando conmigo.

—¿En serio Madison?—espetó con desagrado.

Bueno resulta que mi pareja le tiene que agradar a todos. Juro por Dios que iba a enloquecer.

—¿Qué tiene?—junté mis manos implorando paciencia. A unos diez metros estaba mi novio listo para recogerme.

"Mi novio" hasta me suena irreal, pero así era. Reí en mi mente al recordar como en el último minuto tuvo tantos nervios que tuve que hablar yo con mi madre porque era incapaz de pronunciar palabra alguna.

—Damon no es chico para ti. Es un mujeriego de primera, no sabe amar.—aliso la corbata de su traje con desdén.

—Que usted no haya madurado , no significa que las otras personas tampoco lo hicieran.—me miró con asombro.—Yo decido si ese chico que ve allá es o no "para mi".Pero recuerde, las personas no somos objetos, somos libres y de amar alguna vez en la vida nadie se escapa. Algún día, espero y me entienda.

Le pasé por el lado chocando con su hombro.Profesor de mierda. No le pegué un derechazo porque sino me expulsaban y necesitaba mi título.

Si algo me enseñó mi padre es a no dejarme de nadie.En esta vida, hay de todo, personas que amarán tu triunfo aunque no te conozcan y aquellos que solo quieren hundirte. No iba a dejar que nadie decidiera por mi, nunca, yo soy dueña de mi vida, aceptaba todos los consejos con mucho amor, pero las decisiones eran explícitamente mías. Si fallaba ahí tendría una enseñanza, esto era una jodida montaña rusa con un poco de lotería.

Llegué a la esquina de la preparatoria donde me esperaba Damon en su moto. Aún no la arreglaba del todo y tratábamos de usarla lo menos posible.

Besé sus labios y me tomó de la nuca.Su olor era sin duda mi fragancia favorita, y sus besos simplemente afrodisíacos.

—Hola mi amor.—susurró cerquita de mi oído logrando estremecerme.

—Hola amor¿Qué tal el día?—interrogué mientras me subía atrás.

—Bastante aburrido¿Y el tuyo?

—Te cuento en casa.—puse mis manos al rededor de su abdomen y me recosté a su espalda...

—¡Me dijo que no eras bueno para mi! ¿Puedes creerlo?—mis gritos juraba que se oían a medio kilómetro. Aún la furia corría por mi venas pero solo me bastaba con mirarlo a los ojos y todo era paz.

Estábamos en mi habitación, él sobre mi cama y yo dentro del baño terminado de ponerme el vestido. Era corte de princesa color negro.

Cuando salí no lo ví en la cama. Uní mis cejas confundida. De repente alguien me empujó contra la pared callando mi grito con la palma de su mano.

Mi pecho subía y bajaba a una velocidad alarmante. Me miró con una sonrisa seductora mientras retiraba su mano de mis labios, no sin antes detallarlos con pereza, como si lo demás no llevaba apuro, no ahora. Puso su mano en mi cuello y la otra en mi nalga derecha, la desplazó y me enganchó mi pierna a su cadera dándole mas acceso a mi cuerpo y rozando su dura elección en mi abdomen.

AetérnumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora