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Un azabache corría bajo la luz de la luna llena, el cansancio no le importaba, podía sentir que su respiración se entrecortaba y su corazón latía a tal velocidad que presentía que pronto se saldría de su pecho, su rostro comúnmente estoico mostraba una sonrisa que no podía controlar.

"Finalmente... tres años" sonrió, aceleró más su velocidad, deseaba con su alma llegar ya a su hogar, y no se refería a la aldea.

Se detuvo cuando llegó al lugar donde abandonó a su vida, alguien ya lo esperaba allí, debido a la oscuridad no podía verle bien el rostro, pero aquel cabello rubio que iluminaba su corazón solo podía pertenecer a una persona, su aliento se detuvo, su cuerpo dejó de obedecerle, y su mente se nubló.

En esos momentos solo era él y el amor de su existencia, caminó lentamente sin creer que después de mucho tiempo estaba a pocos metros de la única razón que lo mantenía con cordura, cuando la chica extendió sus brazos él corrió a tomarla.

La abrazó con tanta fuerza que le sorprendía que ella no se quejara, se aferró como si quisiera fusionarse con ella, ahora si, estaba en su hogar.

—Naru... mi dobe... te extrañé — murmuró, pero no recibió ninguna respuesta, se separó e intentó verla, pero ella se aferró en el abrazo sin emitir sonido — ¿Naru? 

—Aún no... — una voz distorsionada lo alertó, se separó con rapidez de ella, pero al alejarse la rubia se desvaneció.

—¡No! 

Unos onix se abrieron de golpe, el azabache dueño de ellos se sentó en lo que temporalmente era su cama, llevó una de sus manos a su rostro en un intento de disipar el dolor que estaba sintiendo ante la realidad, odiaba tener esos sueños, cada vez eran mas realistas.

Miró el reloj que tenía como alarma, lo necesitaba para sus entrenamientos, ya eran las siete de la noche, se puso de pie y tomó el papel y bolígrafo que tenía en la habitación para hacer su informe semanal.

Ya habían pasado tres años, tres malditos años dónde el Uchiha se la pasaba de guarida en guarida.

Al inicio se le había hecho muy complicado seguir el ritmo, más que nada porque se sentía asqueado por los lugares, y otra cosa que influía era que después que se iba Naruko llegaba a la guarida, le dolía no poder verla.

Desde apenas unos meses Kabuto ya no lo vigilaba, y eso lo aliviaba, razón por la que en el informe pasado habían anunciado que esa semana iría personalmente a la aldea, tenía la esperanza de que con esa escapada podría ver a su rubia adoración.

Nuevamente el sueño surcó su mente, detuvo su escritura, en verdad quería verla, saber si aun estaba en su corazón, suspiró, el no verla lo estaba carcomiendo por dentro.

Siguió escribiendo, finamente dentro de poco mataría a Orochimaru y regresaría a los brazos de su amada, ella era su hogar.

Al terminar su reporte creó un clon de sombra, sonrió débilmente, ese jutsu se lo había enseñado su corazón rubio.

Se escabulló perfectamente de la guarida y corrió hasta Konoha, agradecía que esta vez no estuvieran muy lejos.

Durante el camino su único pensamiento era poder verla, que ojalá estuviera ya de regreso, pues sabía que se había ido de viaje con el sannin de los sapos poco después de que él estuviera con el de la serpiente.

En el momento de llegar ingresó burlando fácilmente a los guardias, subió a los tejados y se detuvo un momento siendo oculto por la oscuridad de la noche, apreció un poco lo que fue su hogar durante casi trece años, ¿lo extrañaba? tal vez, había vivido muchas cosas allí con su familia, con su equipo, con su corazón.

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⏰ Última actualización: Aug 02 ⏰

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