Nuevo Uchiha | Harem

36. Luna infernal

|Regresando a la Era feudal|

El caos que se estaba desatando debido a la presencia del hijo de Kagome se había detenido gracias a cierto Lord que había aparecido nuevamente en el lugar, deteniendo la pelea que estaban ocasionando el lobo y su hermano.

Cada demonio había sido arrojado lejos cortesía del hombre y toda la conmoción del momento se detuvo ante la mirada tan fría que estaba siendo dirigida a Inuyasha el cual se ponía de pie acercándose furioso.

"¿Y eso por que?" preguntó el hanyou indignado.

"Dejarás al cachorro en paz, hablaremos sobre eso después" habló en su típico tono posándose delante del pequeño en señal de protección.

Itachi y Sasuke estaban al lado de Ryo.

Todos suspiraron aliviados, mientras que Inuyasha parecía no querer retroceder.

"Entrégamela" ordenó Sesshomaru extendiendo su mano.

Inuyasha parecía confundido ante tal orden, hasta que notó la mirada de su hermano mayor la cual estaba fija en la espada en sus manos.

"No te daré mi espada" refutó él de vestimenta roja.

En ese momento una figura verde se adentró al lugar siendo seguido por una pequeña niña que corría detrás de él felizmente, las miradas llenas de curiosidad se posaron sobre ellos.

"Si no le entregas la espada al amo bonito tu amiga no podrá volver" soltó Jaken.

"No se preocupe señor Inuyasha, el señor Sesshomaru la devolverá" aseguró Rin con una dulce sonrisa.

El rostro del hanyou estaba lleno de desconfianza, sin embargo, terminó cediendo ante la mirada de muerte que cierta cazadora de demonios le estaba dirigiendo fervientemente. Tragó nerviosamente, Sango podía ser tan aterradora como Kagome si así lo deseaba y era preferible no estar en su lado malo.

Así que después de refunfuñar terminó entregándole la espada a su hermano mayor.

De alguna manera la espada había aceptado a Sesshomaru. En un pasado esta misma le había rechazado negándose a ser portada por él. Pero desde su gran cambio radical en cuanto a su perspectiva hacía los humanos las cosas habían sido distintas.

Aún los detestaba pero había aprendido que habían algunos que eran merecedores de valor y respeto.

Cuando el lord la tuvo en sus manos pudo ver como la espada le mostraba el lugar indicado para cortar, la luna infernal era la técnica que podría llevarlo hacía Kagome. Mientras todo el caos se desataba, él se había tomado su tiempo para analizar la situación que le habían explicado los humanos.

Y había llegado a la conclusión de que esa era la única manera en la que podrían salvar a la miko. Su incompetente hermano no era alguien digno para salvarla, sabía bien que no podía confiarle tal tarea a él, no después de comprobar que era más que capaz de abandonarla por la sacerdotisa muerta.

Con decisión se dirigió al lugar específico y blandió la espada para acto seguido cortar con la técnica, abriendo así el portal que necesitaba. Antes de adentrarse volteó a ver hacía el grupo.