Capítulo III: Amor En Una Botella

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- No sé nada más del joven Ulquiorra, qué cualquier otra persona... solo viene por perfume y a veces por café... - dijo confundida la chica

- Bueno. Se qué mi hijo ha venido a este lugar con frecuencia. No es amante de los dulces... ni de los perfumes... pero desde ese día que fue a la oficina... parece que todo le sale bien... Me hace feliz su gran trabajo, esfuerzo y dedicación... aunque no le llamaban la atención las mujeres... Eso me preocupaba... hasta que le pedí al chófer una bitácora de lo que hacía mi hijo cuando se ausentaba, y descubrí que venía aquí... - dijo el caballero

- Sí. Ha venido a comer un pastel y tomar un café... - dijo la pelirroja

- Te ha enviado cartas... - dijo el castaño

- Algunos poemas... - Orihime quiso minimizar los detalles

- Bien. Solo vine a asegurarme de que mi tímido hijo... no estuviera con una mujerzuela... es demasiado ingenuo para una ramera aprovechada qué sólo le rompa el corazón... - dijo el hombre

- ¿Perdón? Señor... tal vez soy una perfumista... pero no le permito que me ofenda... No soy una mujer de la vida galante... nunca he estado con un caballero... a pesar de mi edad... - dijo la doncella

- Lo notó al verla señorita Inoue... es apenas mayor que Ulquiorra... unos 21 años... - dijo el intruso

- Sí solo a venido para saber lo que hace su hijo... ahora ya lo sabe... y no se preocupe... no me he acostado con él... aunque no lo crea... para mí es importante el matrimonio... - dijo la dueña abriendo la puerta

- Muy bien. Solo quería confirmar la información... será un gusto que una señorita tan elegante... sea parte de mi familia... Con su permiso... - dijo el castaño saliendo del lugar

Sus últimas palabras desconcertaron a la mujer, pero no quería pensar en ese momento amargo, así que solo continuó con sus actividades. Al día siguiente, limpiaba su tienda, se disponía a salir para comprar víveres, había cosas que necesitaba para su trabajo, cuando alguien tocó la puerta.

- Lo lamento. Pero los domingos no abrimos... ¡He! ¿Joven Ulquiorra...? - dijo la doncella

- Lo sé. Escuchó con mucha atención todo lo que dices... - dijo el de lentes

Eso le sorprendió a la pastelera.

- No pensé que alguien tan simple como yo le importará... - dijo la de ojos grises

- ¡Claro que me importas! ¡Y no eres simple...! Eres la mujer que jamás soñé conocer, pero que me ha hecho más feliz que nunca... - dijo el caballero

Eso llenó de emociones y sentimientos a la doncella. Sabía que podía ser solo un efecto placebo asociado al perfume o los dulces, aunque normalmente venían preguntando por el líquido, no por ella.

- No lo entiendo joven Ulquiorra... - dijo avergonzada la chica

- Quiero decir... qué de ti me enamoré... - dijo el pelinegro sonrojado

- ¿Usted me ama... joven Ulquiorra...? - dijo algo nerviosa la mujer

- Con todo mi corazón y por eso quiero estar contigo toda la vida (se pone de rodillas, saca de su bolsillo una caja y se la muestra a Inoue, lo que le da aún más pena), ¿te casarías conmigo...? - dijo el ojiverde

Sin saber que hacer ante la inusual situación, además de las miradas de los que pasaban por la calle, solo se tapó el rostro con las manos.

Sin saber que hacer ante la inusual situación, además de las miradas de los que pasaban por la calle, solo se tapó el rostro con las manos

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La peculiar dueña de la tienda de perfumesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora