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México despertó temprano como todas las mañanas, se levantó con la resaca en la cabeza, tallando sus ojos mientras se abría paso entre las cobijas de su cama, se sentó en la orilla de esta y observo por un momento uno de los zapatos en el suelo. Inconscientemente, comenzó a levantar su cabello en una cola, como era costumbre. 

Se levantó luego de un momento y camino fuera de la habitación para dirigirse a la cosina, solo miraba al suelo en el trayecto, pues la luz que entraba por la ventana le provocaba dolor de cabeza.

Una vez en la cocina se recargo en la barra e intento alcanzar el cereal en la alacena. Ni siquiera de puntitas podría tomarlo, pero tomar un banco haría mucho ruido, a USA no le gustaba el ruido en la mañana.

—Dejame ayudarte —Vocifero una voz detrás de él.

México concluyó en qué aquella voz era de Usa, aún que el americano no solía tener rasposa la garganta.

Vio como una mano un poco más grande que la de estados unidos tomaba sin problemas el cereal, mientras que México era incapaz de notar la diferencia. Al voltear para tomar el cereal, noto que el pecho frente a él era al menos diez centímetros más grande que el de Usa, alzó la cabeza para encontrarse con los ojos azules del nórdico.

México abrió sus ojos como platos. Normalmente, usa invitaba a chicas asiáticas o incluso a Ucrania a la casa, pero jamás había sido Rusia de su gusto.

México tomo el cereal de las manos de Rusia y con algo de confusión, se alejo de él.

—¿Estás bien? —pregunto el soviético. —Ayer te veias bastante ebrio.

México dejo caer el cereal de sus manos, mientras que rápidamente su rostro tornaba una expresión extraña. ¿Habría sido él quien invitó a Rusia a la casa de Usa? Era imposible, México conocía los sentimientos de Perú hacia el soviético, no sería capaz de traicionar a su hermano.

—Estoy bien. —contesto México con bastante incomodidad, mientras usmeaba en el refrigerador.

—¿Buscabas esto? —pregunto el ruso con la botella de leche en su mano.

México tragó saliva con pesadez.—Disculpa la pregunta...

Dijo México mientras se acercaba a tomar la leche y bajaba la voz.

—¿Nos acostamos anoche? Es que, no lo recuerdo. —se veía preocupado— ¿Usamos condón? Es que, sinceramente, nunca la he metido a un hombre y no creo que haya estado suficientemente sobrio para controlar esos detalles.

Rusia levanto una ceja escuchando a México. El realmente no tenía idea del tratado aún. Escuchar a México preocupado por tal banalidad le hacía reír entre dientes.

—No, no nos acostamos.

—Eso es un alivio. —Dijo México finalmente formando una sonrisa —¿Estás soltero? Disculpa la indiscreción, pero tengo un hermano que si lo está, sería lindo que se vieran algún día.

—Mexico. —Interrumpio Rusia— Si estás hablando de Perú, estoy al tanto.

—¿Enserio? Y que piensas? —comentaba mientras comenzaba a vaciar el cereal y la leche en un tazón —Peru es bastante tierno, es un poco enojón, pero la mayoría del tiempo él es...

México dejo de hablar al notar como Rusia se acercaba a su rostro lentamente. México retrocedió y frunció el ceño.

—¿Qué haces?

—Intento besarte. —contesto Rusia, antes de cerrar sus ojos ante la cercanía.

México tomo el tazón con cereal y sin pensarlo dos veces se lo tiró encima. Rusia abrió los ojos rápidamente y miro incrédulo al mexicano.

—¿¡Qué carajo te ocurre!? —vocifero Rusia con molestia.

—¡Lo mismo podría preguntarte a ti!

Rusia se quitó su gorro, pues este estaba empapado, dejando caer su cabello blanco. México estaba sorprendido, pues creía que el ruso era calvo.

México estaba a punto de retirarse de la cocina, pero Rusia lo tomó del brazo entre gruñidos.

—¡No sé por qué estás aquí, te aseguro que tampoco me importa! —grito México al forcejear con el nórdico —¡Y si no me sueltas a la cuenta de tres, voy a hacer que te hechen de la casa!

—¿Exactamente quien y como va a hecharme?

—Le diré a Usa lo que intentaste.

—Fuiste tú quien firmó el tratado, así que legalmente puedo vivir aquí hasta que tú decidas con quién acostarte.

México lo miro con asco. No tenía idea de que hablaba, pero tampoco le interesaba. Se soltó del agarre y camino hasta la habitación de Usa, abrió la puerta de golpe, tomándose con el cuerpo semidesnudo del americano, quien apenas se estaba colocando la camiseta.

—¡Si vas acostarte con Rusia, deberías decirle que solo será contigo! —Dijo México, quien a pesar de estar enojado no quitaba su mirada del torso delgado de estados unidos.

Usa soltó una risa y termino de vestirse. Se acercó a México y le dedicó una mirada.

—Rusia no quiere acostarse conmigo... —Dijo el más alto al mismo tiempo que tomaba su celular y buscaba una foto del tratado para mostrarle a México.

México no podía creer lo que leía. Era indiscutiblemente su firma, y el tratado estaba sellado por ONU, por lo que era totalmente legal. Sus manos temblaban de la molestia.

—No te enfades tanto, después de todo, se nota que te gustó. —dijo el Americano — ¿Crees que no iba a notarlo en estos años? La semana pasada se ví oliendo mi ropa interior, sin contar la vez que me besaste borracho.

México ardía en furia. Tomo el celular con fuerza y lo lanzo hacia la pared detrás de Usa.

—¡Eso no te da el derecho de tratar mi cuerpo!

—Fuiste tú quien firmó.

Estados unidos se acercó lentamente a México una vez más y acaricio su cabello.

—Podemos terminar con esto ahora mismo si quieres. Solo debes cerrar la puerta y...

México temblaba al escuchar la propuesta, miles de recuerdos se le venían a la mente con la idea de acostarse con alguien otra vez. La última vez, había sido su padre.

—No voy a acostarme con ninguno de ustedes. —interrumpio México — Prefiero morir.

—Pues, tienes un mes para decidir a quién le entregas tu territorio, luego de ese lapso si no lo decides, te largas de mi casa.

—¿De qué hablas? —cuestiono México.

—¿crees que me gusta tenerte aqui? No haces más que hacer alboroto y pórtarte como una quinceañera enamorada. Míralo así, podemos coger ahora mismo y tú calmas tu deseo hacia mi, yo me quedo con tu territorio, y Rusia se va.

México estaba al borde del colapso. No podía contestar, la simple idea de regresar a la casa de su padre le parecía una pesadilla.

Aún así, México tomo una respiración onda y levanto la cabeza para ver a los ojos del país frente a él.

Poca Paciencia /Rusmex-Usamex/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora