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El vientre de México aumentaba desesperadamente su tamaño, la salud del bebé parecía mejorar conforme pasaban las semanas, sin embargo, México no era aquella persona orgullosa que hace poco había logrado ser.

Los empleados de la casa se encargaban de alimentarlo y bañarlo, algunas veces incluso lo ayudaban a elegir su ropa. México hablaba únicamente lo necesario.

Rusia por su parte debido a la inactividad de México pudo hacerse cargo de lo escencial en su país, siempre notificandole a su esposo. El nórdico se mentía a si mismo cuando se repetía que México estaba bien, pues el de piel blanca apenas y era capaz de pensar algo que no fuera Perú.

Situaciones difíciles requieren medidas desesperadas.

"Espera, aún la nave del olvido no ha partido..." Se escuchaba un canto desde la sala. "No condenemos al naufragio lo vivido. Espera, aún me quedan en mis manos primaveras, para compartir de caricias todas nuevas, que morirían en mis manos si te fueras"

México podía escuchar la voz de Rusia, aún que amaba la canción, no tenía ánimos de levantarse.

"Espera un poco... un poquito más, para llevarte mi felicidad"

Rusia noto que ni siquiera su voz llamaba la atención del mexicano, por lo que entró a la habitación sin tocar la puerta.

"Te doy mi vida, a cambio de quedarte..." México observo con atención la interpretación rusa.

Rusia continuo su canto hasta finalmente culminar la canción. México se sentó en la cama.

—Realmente no se que debería sentir. —Dijo México. —No me quedan ganas de vivir, no tengo razones para hacerlo.

Rusia se sentó a su lado.

—Desol me parece una razón importante.

México dejo salir un sozollo pesado de su garganta. Había pasado al menos un mes de aquel desgarrador escenario en el que su hermano había muerto. Usa al ser un país, no podía permanecer preso, únicamente tenía restricciones mínimas y una deuda capital.

—Amo a Desol, de verdad lo amo. Se que no soy el mejor expresándolo, se que a veces ni siquiera me acuerdo de él pero no hay una sola noche en que no sienta su movimiento.

Rusia tomo la mano de México con suavidad. México solamente intentaba recuperar el aliento luego del llanto.

—Mexico... entiendo que no merezco nada de ti, el simple hecho de que me mires a los ojos ya es un precio alto que debo pagar, pero si me lo permites, voy a hacer que el resto de tu vida sea la más feliz.

México sonrió entre sus lágrimas.

—¿Cómo vas a hacer eso, Rusia?

Rusia bajo la mirada. Había pasado un tiempo desde que comenzaron a vivir juntos casi por obligación, pero Rusia aún desconocía Miles de detalles sobre México.

—Dejame devolverte tu territorio, incluso si seguimos siendo esposos, incluso si sigues administrando mi nación... —Acaricio la mano del contrario — Solo quiero ver los colores que antes tenía tu piel.

México limpio sus lágrimas con la manga se su abrigo. Se acercó a Rusia y lo abrazo por el cuello.

—¿Realmente me amas, Rusia?

—Realmente te amo, México. Lamento no poder demostrarlo de manera sana.

México se aferró al ruso. No sentía aquel amor ardiente que alguna vez sintió por Usa, pero comenzaba a crear nuevos sentimientos por su esposo. Sentimientos que quizá no eran tan candentes, pero eran más intensos.

Rusia se alejo del abrazo luego de un rato. Acaricio el abdomen de México y sonrió ampliamente.

—Hoy nos dirán el sexo. ¿Recuerdas?

—Crei haberte pedido ayer cancelar la cita.

—No la cancele, yo de verdad quiero saber el sexo.

México rio en voz baja. Rusia seguia siendo un niño de vez en cuando.

Poca Paciencia /Rusmex-Usamex/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora