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La mañana había comenzado de manera dura. Rusia se levanto de la cama apenas el sol entro por su ventana, recordaba vagamente lo que había ocurrido anoche, sin embargo, no tenía claro los detalles.

—¿México? —Cuestiono al ver a su lado en la cama y notar el espacio vacío. —¡México!

Rusia se levanto de inmediato, lo busco por cada rincón de la habitación, incluso en el balcón. Bajo corriendo las escaleras para buscar en la sala, sin embargo, México tampoco estaba allí.

Fue hasta que un ruido se agua callendo que vino de la cocina que Rusia respiro. Fue a la cocina, tomándose con México sirviendo café.

—Lo siento, creí que...

—¿De que serviría irme, Rusia? —Cuestiono México. —No tengo la protección de ONU, lo llame está mañana y dijo que su deber solo era defender y armonizar las naciones. —Mexico levanto la mirada de su taza para ver a Rusia— Yo ya no soy una nación.

Rusia desvío la mirada.

—No recuerdo haber dejado la cafetera puesta...

—El café es de olla. —Dijo México — No me gusta el americano. ¿También vas a golpearme por mi gusto en bebidas?

Rusia tragó saliva, México estaba bastante sarcástico. Estaba en su derecho. Rusia se acercó a México, tomo su cabello y lo acomodo hacia atrás, sin embargo, noto que los colores del rostro de México estaban desapareciendo.

México apartó la mano de Rusia de su cabeza.

—¿Por qué estás tan impresionado? Fuiste tú quien hizo esto.

—No sabía que...

—No importa mucho. —Dijo México.

Rusia se limito a no decir nada, solo se encargó de hacer su propio desayuno y acompañar a México mientras desayunaba.

—¿Quieres ir al gimnasio? Hay uno en la segunda planta.

México tomo un sorbo de su café.

—No. —Respondio el latino.

—¿Seguro? El ejercicio aumenta la dopamina.

México fulminó al euroasiatico con la mirada.

—Dije que no.

Rusia se levanto de la mesa, dejando su plato a medias sobre la mesa.

—Bien, vete al carajo México. —No, Rusia no sentía lo que decia— No importa que hagas ahora, de cualquier manera, ya gane.

México espero a que Rusia saliera de la cocina, no respondió. Tomo el último trago de su café y se camino hasta la puesta principal. Al salir de la casa, camino los 10 minutos a los que quedaba la casa de USA.

Tomo un respiro hondo antes de entrar. La casa del norteamericano era un desastre, los sillones estaban rasgados por rasguños, las decoraciones estaban regadas por el suelo, incluso la televisión en la sala estaba completamente estrellada.

México entro en silencio, camino hasta la habitación de Usa, pero él no se encontraba allí. Camino entonces hasta su habitación, y allí lo encontro, acostado en la cama rodeado de la ropa del mexicano.

—Usa... —Susurro México al caminar lentamente hasta el americano.

Fue hasta que se acercó suficiente que noto que Usa estaba reproduciendo un vídeo en su celular, aquel video del que Perú hablaba.

—Ya paso el mes, México.

La voz de Usa estaba rasgada de tanto llorar. Se levantó de la cama con dificultad, y quedo frente a frente a México.

Poca Paciencia /Rusmex-Usamex/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora