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La noche había llegado. Rusia entro a su habitación, dónde se encontraba México sentado a orillas de la cama.

El cuerpo desnudo de México daba muchas explicaciones. Tenía una cintura pequeña, pero una espalda grande. Sus piernas trabajadas y un perfecto abdomen. Rusia no se había dado el tiempo de notar esos detalles cuando lo tomó anoche, pues estaba borracho.

Rusia cerró la puerta de la habitación.

México abrió las piernas de orilla a orilla. Rusia camino hasta él, aún tenía sudor en su cuerpo por el entrenamiento.

—¿Por qué estás haciendo esto? —Cuestiono Rusia.

México solamente lo miro.

—¿No vas a responder?

Rusia se sacó la camiseta, dejando ver su abdomen trabajado. México estiró una de sus manos para acariciar aquel marcado torso.

Rusia solamente achico sus ojos. Cualquier tacto le era sumamente satisfactorio.

—¿Te gusta que te toque? —Pregunto México. —Puedo hacerlo durante todo el ratos, solo con una condición.

Rusia apenas pensaba. México deslizaba sus manos por todo su abdomen hasta llegar a su ingle.

—Solo debes darme un lugar oficial...

Rusia finalmente reaccionó. Frunció el ceño al ver al más pequeño.

—¿Qué quieres decir?

—Nada muy importante. Solo quiero que firmes un par de papeles, un acta de matrimonio, un acuerdo de bienes separados y... —Decia México mientras metía su mano en el shor de Rusia — Quizá incluso un acta de nacimiento.

Rusia entendía perfectamente lo que México quería. ¿Por qué tan derrepente el cambio de actitud? México había pasado de ser frío a pedirle matrimonio.

Rusia no soportaba el instinto que corría por sus venas. Empujó a México sobre la cama y lo acorralo en esta.

—¿Si? ¿Y como planeas llamar al dueño de esa acta de nacimiento?

México rodeo la espalda de Rusia con sus piernas. Sonrió de manera coqueta y relamio sus labios.

—¿Te gusta Kain? Quizá prefieras un nombre más profesional.

Rusia bajo su cabeza para besar el cuello de México, fue entonces que noto la fragancia a rosas y almendras que desprendía su piel.

—Tu elige el nombre, solo déjame ser el padre.—Respondio Rusia.

México hizo un movimiento brusco, dejando a Rusia debajo de él. México se sentó sobre aquel bulto hinchado en el más alto, haciendo a Rusia suspirar.

—¿Ya estás duro? Que prometedor, solo hemos tenido un par de besos. —Dijo México.

El latino comenzó a mover su cadera, Rusia moria por entrar en él. El asiático llevó sus manos a los muslos de México y los araño con fuerza.

México se levanta un poco para sacar el miembro de Rusia de su ropa, luego se colocó en posición para insertarlo. Se sentó con cuidado, nuevamente, aquel cuerpo llenaba su interior.

Rusia solo podía ver a México tomar la iniciativa.

—Muevete para mí... —Suplico Rusia.

—Ya te dije cuáles son mis condiciones.

Rusia lo dudo unos segundos, pero la sensación húmeda debajo de su abdomen no le permitía pensar.

—Claro que lo haré, firmaré lo que pidas, me casare contigo, tendremos hijos, todo lo que tus ojos vean será prescrito a tu nombre. Solo muevete.

México sonrió con malicia, comenzó a dar movimientos lentos. Está vez no había sangre, solamente líquido semitransparente corriendo por el abdomen del euroasiatico.

México siguió moviéndose con cuidado, pero Rusia parecía perder la cordura. Sus expresiones no tenían precio, los ojos azules del activo estaban a punto de lagrimear del placer.

México aumento el movimiento, ahora los golpeteos de piel se escuchaban por toda la habitación. Rusia finalmente abrió la boca.

—¡México, te amo! —valbuceaba — Joder, no pares.

México aún no tenía una erección, pero Rusia no quería ser el único satisfecho esa noche. Tomo el miembro de México en su mano derecha y comenzó a estimularlo.

México cerro los ojos y giro su cabeza hacia atrás. Su interior comenzaba a dilatarse, el dolor era casi nulo. Fue un mal movimiento en sus saltos en el que terminó completamente sentado sobre el abdomen del ruso, de su boca salió un grito entrecortado.

—¿Así que es allí? —Pregunto Rusia.

México había encontrado sin querer aquel punto que tanto le encantaba tocar. Intento seguir dando saltitos, pero sus piernas temblaban, su interior era un desastre.

Rusia tomo al mexicano por la cintura y comenzó a guiar el movimiento.

Toda clase de gemidos y sonidos inapropiados salían de la puerta de.la habitación. México realmente estaba disfrutando está vez. Pero se preguntaba si Rusia se habría dado cuenta de que en realidad estaba pensando en Usa todo el tiempo.

—¿Ya elegiste un nombre apropiado para nuestro primer hijo?

México no podía contestar, no cuando aquel enorme miembro golpeaba su interior sin una pizca de vergüenza.

—Vamos México, mírame o no podré correrme.

México bajo la mirada para ver a Rusia, el latino era un completo escenario, su cuerpo entero estaba sudando, y aún que ahora estando desnudo sus colores eran casi imperceptibles, no dejaba de verse hermoso.

—Mexico. Fuiste mi primera vez el otro día, ¿Sabías eso?

México solo sonrió, las cosas que Rusia decia estando excitado le parecían tiernas y estúpidas.

—Bueno, también quiero ser tu última.  —Contesto México.

Rusia tomo a México con fuerza y lo jaló hacia su abdomen. Cada chorro, cada gota, todo estaba siendo arrojado dentro de la cavidad del mexicano. México frunció el ceño con fuerza, aprendo sus dientes intentando no hacer ruido, pero Rusia tenía más planes por efectuar.

El asiático salió de México, se giró sobre él para colocarlo debajo de la posición. Tapo con su pulgar la entrada de México.

—Ni una sola gota va a salir. —Ordeno Rusia.

México tenía una respiración entrecortada. Rusia uso su otra mano para continuar estimulando a México.

—Rusia.. —Finalmente México dijo su nombre —Un poco más rápido, solo un poco.

Rusia atendió aquella orden. No pasó mucho antes de que el latino se corriera. Rusia culminó el acto con un beso tierno. México correspondió el beso con la experiencia que tenía.

Aquella noche, no fue la única ronda, pero todo tenía un precio, y Rusia estaba por descubrirlo.

Poca Paciencia /Rusmex-Usamex/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora