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[Todo este capítulo habla sobre el pasado de México]

México se encontraba en la mesa junto a sus hermanos, quienes se habías distanciado considerablemente del tricolor. España comenzó a tratar a México con desprecio, alejándolo de las tradiciones.

La comida transcurría aparentemente con normalidad, hasta el momento en el que Argentina comenzó a reír entre dientes viendo su celular. De la misma manera, Chile tomo su celular y rio con algo de incomodidad.

—¿Puedo saber que ocurre? —Pregunto España.

Los países dudaron un poco, pues sabían las consecuencias del contenido de sus celulares.

De cualquier forma, Argentina le mostró el celular a su padre. No era un secreto que Argentina jamás se había llevado bien con México. España miro con furia la foto en el dispositivo, pues se veía claramente a México hablando con quién parecía ser el hijo menor de Reino Unido. Usa.

México miraba fijamente su plato, no había hecho otra cosa más que hablar con estados unidos, pero su padre jamás le creería.

—Bien, supongo que así deben ser las cosas.

Menciono España al tomar a México por el cabello y empujarlo contra la mesa, golpeando su nariz contra la madera. México no forcejeo, solamente se quejo mientras esperaba a que su padre le diera instrucciones. Está vez España tenía planes un poco diferentes.

El rostro del mexicano se pinto de terror cuando sintió a su padre bajar su pantalón.

—Siempre accedí a qué tus hermanos no vieran, creí que te preocupaba lo que pensaran de ti, pero ahora se que solo eres una zorra.

México cubrió su rostro con sus manos, sabía que no había vuelta atrás. España bajo su bragueta, y dejó salir aquel miembro que hacía temblar a su hijo.

—Vamos, no finjas que no te gusta. —Dijo España mientras entraba lentamente entre la carne de su hijo —Mira, ya ni siquiera lloras, supongo que te acostumbraste.

Los latinos miraban la escena con repulsión. Habían escuchado a México gritar y algunos golpes en la habitación, pero ahora su padre estaba abusando de él justo enfrente de ellos.

España por su parte, disfrutaba al ver a su hijo sostener la respiración con el único objetivo de no dejar salir ningún sonido.

—¿No vas a gemir? —Pregunto España — Anoche parecía que ibas a volverte loco, y ahora ni siquiera estás moviendote.

México desvío la mirada, pero la regreso de inmediato cuando España tomo su miembro en sus manos y comenzó a masturbar a su hijo.

—¡No me toques! —Suplico México.

Su cuerpo respondía sin pena al tacto contrario, pero la mente de México sabía que todo lo que ocurría estaba mal.

—¿Qué no te toque? Pero si te encanta.

México no soporto un segundo más, su voz comenzó a adornar cada rincón de la habitación. Sus hermanos eran incapaces de levantarse de la mesa, pero tampoco tenían intenciones de ayudar al mexicano.

Sonidos lascivos, súplicas por piedad, incluso gemidos salían de la casa. El cuerpo de México se había amoldado al de su padre durante la última semana.

—Miren esto... —dijo España al jalar el cabello de México hacia atrás y así mostrar su rostro a los demás países. —Esta es la importancia de obedecer. ¿No es así, México?

Por primera vez, el rostro de México estaba casi completamente rojo, sus ojos lagrimeaban y su boca salivaba.

—¡Te hize una pregunta!

—mas... —murmuro México — Por favor, más, tocame.

—Ya estás entendiendo la dinámica.

España apretujo el miembro de su hijo en su mano, logrando que México expresará en voz alta su verdadera satisfacción.

—¡Más! —grito— ¡Más, Usa, Más!

Fue entonces que los latinos quedaron estupefactos. Era la mayor prueba de rebeldía que habían visto. España ardía en furia.

—¿Te atreves a pensar en ese idiota mientras tú culo chupa mi verga? —Cuestiono España mientras propiciaba un golpe a la cara del latino.

—Puedes hacer lo que quieras, pero no puedes controlar mis pensamientos.

España grupo entre dientes. —Vuelve a mencionar a Usa y...

—¿Qué harás? —cuestiono México — Lo único que siempre te pedi es que no hicieras esto frente a Perú, ya no tengo nada que perder.

—Bien. —Continuo España mientras salía de golpe del menor y tomaba uno de los cuchillos sobre la mesa —¿Vas a seguir diciendo idioteces, o vas a gemir mi nombre? —Amenazo.

México frunció el ceño, tenía miedo, pero si padre era aún peor que el mismo infierno.

—Matame.

—¿Crees que mereces la muerte? —Sonrio España con malicia.

La expresión de molesta de México cambio a una de dolor, mientras que los latinos en la mesa finalmente se levantaban de su asiento. Algunos se alejaban, mientras que Perú y Colombia alejaban a España de México. Aún así, era demasiado tarde, su padre había sodomisado a México con aquel cuchillo.

—¡Estás loco! —grito Perú mientras empujaba a España lejos de la mesa.

—¿Weon, me escuchas? —cuestionaba Chile, acercándose al rostro de México. ¿Mex?

México tenía el semblante perdido, mientras que no encontraba voz para poder gritar. Ninguno de sus hermanos quería tomar la tarea de sacar aquel utensilio, pero debían hacerlo.

—¡Solo sácalo pe! —decia Perú mientras empujaba a Colombia al cuerpo de México sobre la mesa.

Colombia tomo un suspiro profundo y tomo el cuchillo, comenzó a jalar de él, mientras que la presión del cuerpo de México hacia clavar cada vez más el filo.

Finalmente fuera, México pudo volver a respirar.

Aquella tarde, solo Perú se ofreció a ayudar a México con sus heridas. España prohibió la atención médica profesional, por lo que Perú solo podía buscar remedios en internet y confiar ciegamente en ellos.

México estaba en silencio, recostado en la cama mientras veía el techo. Había llorado suficiente, y no le quedaban más lágrimas.

—¿Estás bien? Hoy no has hablado mucho.

—Vi tu cara.

—¿De que hablas? —cuestiono Perú mientras terminaba de cerrar aquel frasco de ungüento.

—Tu cara en la mesa, viéndome. Te doy asco.

Perú solo guardo silencio.

—Escuche que van a irse mañana. —Susurro México una vez más, refiriéndose a sus hermanos — Los escuché en la sala, decían que mis gritos no los dejaban dormir... ¿Tu también te irás?

Perú no dijo ni una sola palabra.

—¿Por qué no puedo ir con ustedes?

—Argentina no quería invitarte. —Dijo Perú.

México se dió la vuelta en la cama para así poder ver a Perú.

—¿Podré visitarte?

—Todos los días. —sonrio Perú.

—¿Incluso si te doy asco?

Perú sonrió nuevamente, y nego con la cabeza.

—No, México, no me das asco.

Poca Paciencia /Rusmex-Usamex/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora