CAPITULO 8

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-Draven...- lo nombro su padre visiblemente molesto. -Estas en una casa de familia, debes comportarte...

Draven lo miro, mientras tomaba agua. Samanta, al escuchar el tono de su voz, se acomodo en su silla y dejó de reírse.

-Ah... en esta casa no está bien reírse con su mujer pero si engañarla con su sirvienta mientras está embarazada de su hijo... realmente somos muy extraños. - sonrió.

-Draven- murmuró Samanta, intentando que se calmará.

Draven la observo y ella le hizo un gesto, logrando así que el se sentará a su lado.

Ante esto, su padre dejó escapar una risa burlona.

-¿Ya vez?- le dijo a su esposa. -Esto es tu culpa, dejaste que se fuera, y ahora es un débil que le hace caso a quien él debería controlar .. sin duda una vergüenza.

Draven se levantó de la mesa furioso, tomando el cuchillo -¡Repite lo que acabas de decir!...

Aquella reacción alertó a todos, las mujeres gritaron con excepción de Samanta que se paró de la mesa junto con ellas, pero se acercó directamente a Draven.

-Tranquilo...- le susurró haciendo que la mirará a ella... -Debes respirar profundo... respira...

Draven le hizo caso y termino por darle el cuchillo que ella dejó arriba de la mesa.

Aira, a pesar de no decir ni una sola palabra, observo con atención la manera en que ella actuó.

-Señor con todo el respeto del mundo... hacerle caso a una mujer no es de débil, a veces resulta inteligente escucharnos... además, Draven no se fue por la culpa de su madre, sino por la de usted. — dijo Samanta.

-¿Quién carajo te crees?- el hombre mayor, avanzo algunos pasos con violencia, estaba realmente furioso, Draven reaccionó pero no fue el único.

Aira, evitó el paso de su padre.

-Padre...- lo nombro.- esto no es bueno para el corazón de Mamá Rita... simplemente olvídalo y sigamos con la reunión.

Su padre dudó pero finalmente, desistió.

-Vamos- le dijo Draven a Samanta, intercambiando una extraña mirada con su "hermano".

Ella asintió pero cuando iban a retirarse, la ama de llaves que había visto todo intervino.

-Aún no preparo la habitación de la joven Samanta... si me das un momento yo...

-No hace falta- interrumpio Draven. - Ella va a dormir conmigo.

-¡No, maldita sea!... - exclamó su padre. -¡En mi casa hay reglas, no puedes venir y hacer lo que quieras... sabes que aquí solo estando casados y en días determinados, pueden dormir en la misma habitación!...

Draven sonrió. -Hoy es Martes... uno de esos días especiales para ti... y casados si estamos...

-Ella no lleva anillo, tu tampoco...- intervino Elena.

Draven saco de su bolsillo un documento que había doblado con cuidado y se lo ofreció a su padre.

Este lo tomo y frunció el ceño.

-¿Ser abogado no te hace ganar lo suficiente para comprarle un anillo a tu esposa?.

Samanta escuchaba confunsa todo.

-Sí, pero el anillo que queríamos, se mando a hacer a la joyería del pueblo... tengo que retirarlo dentro de dos días... ahora si, vamos Samy...

Ella se apresuró a caminar, realmente ya no quería seguir escuchando al padre de su jefe y tenía preguntas por lo que, necesitaba estar a solas con él.

ARDIENTE LUJURIA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora