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Sesshomaru sintió como el viento cambiaba y eso lo hizo sentirse extraño. Así que, iba a regresar con Himeko hasta donde Jaken y Rin se encontraban. No obstante, detuvo sus intenciones cuando vio al pequeño demonio correr desesperado hacia donde ellos se encontraban.

—Amo bonito —dijo sin aliento—. Rin... Rin ha sido secuestrada.

—¿Cómo has dicho? —preguntó Himeko. Todavía sin asimilar lo que el demonio les mencionaba—. ¿Rin...?

—Esa mujer llamada Kagura, la cual es la sirviente de Naraku, volvió a aparecer y...

Jaken se quedó en silencio, pues una presencia extraña se había aparecido frente a ellos.

—No deben de preocuparse. Esa chica llamada Rin regresará a salvo.

—Naraku, uh... —dijo Sesshomaru una vez notó su presencia—. ¿Qué estás planeando esta vez?

—No es nada especial. Solo que mates a Inuyasha estará bien.

—Hmp, pasar por tantos problemas solo por eso —dijo al momento en que formaba una pequeña sonrisa y se encargaba de deshacerse de la marioneta—. Pensar que yo, Sesshomaru, haría lo que pidiera solo por una humana.

—¿Qué quiere decir con eso? —preguntó Himeko, pero Sesshomaru no le respondió—. ¿Abandonará a Rin? ¡Pero ha dicho que nos protegería!

—Si se mantenían a mi lado.

Sesshomaru miró a Himeko con sus fríos ojos dorados, mientras la brisa agitaba ligeramente sus cabellos plateados. En sus palabras y en su mirada, había una mezcla de conflicto y determinación.

—Muy bien. Lo entiendo, conque así serán las cosas —dijo, ocasionando que Sesshomaru dejara de observarla—. Supongo que no queda otra opción. Yo rescataré a Rin.

—Lo único que provocarás será tu muerte. Una simple humana no podrá contra Naraku.

—Seré una simple humana. Pero al menos yo no abandono a mis compañeros.

Sesshomaru se mantuvo en silencio, y eso hizo que Himeko comenzara a alejarse. Si él no planeaba rescatarla, ella lo haría, pues no quería que Rin pensara que nadie iría por ella.

Himeko se adentró en el oscuro bosque, siguiendo el rastro de plumas que Kagura había dejado detrás de ella. Y mientras avanzaba, de vez en cuando miraba hacia atrás, pues todavía había en ella una pequeña esperanza de que Sesshomaru recapacitara y viniera a rescatar a Rin.

Sin embargo, los minutos continuaban avanzando y no había señal del Demonio. Aquello le hizo sentirse dolida y angustiada, tanto que ni siquiera se fijó que frente a ella había un pequeño acantilado.

Himeko cayó y se golpeó la cabeza. Perdiendo de esa forma la conciencia.

 La joven mujer despertó alterada, pues no sabía por cuanto tiempo estuvo inconsciente

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La joven mujer despertó alterada, pues no sabía por cuanto tiempo estuvo inconsciente. Ella se levantó, miró su cuerpo y tocó su cabeza para ver las consecuencias que le había causado su caída. Sin embargo, ella se encontraba intacta y eso la hizo confundirse.

Himeko miró a su alrededor. Fue entonces, que su mirada se encontró con la de un pequeño animal que la miraba fijamente desde los árboles.

—¿Tú me has ayudado? —preguntó con un tono suave para indicarle al pequeño animal que no debía de estar asustado—. Te lo agradezco.

El pequeño animal que parecía tener la apariencia de un zorro hizo un pequeño sonido y comenzó a avanzar entre el bosque. Himeko se quedó por un momento en su lugar, pero luego comenzó a seguirlo, pues creía que él quería eso.

El pequeño zorro la llevó a través de un denso bosque, saltando ágilmente sobre rocas y arroyos. La mujer continuó siguiéndolo mientras su mente se llenaba de preocupación por Rin y de preguntas sobre por qué Sesshomaru no había venido en su ayuda. A pesar de su resentimiento hacia él en ese momento, no podía evitar preocuparse.

Finalmente, el zorro la condujo a un claro en el bosque. En el centro de ese claro, vio a Rin inconsciente mientras frente a ella se encontraba un joven muchacho.

Al principio, creyó que aquel joven muchacho la estaba ayudando. No obstante, cuando lo vio tomar su arma y dirigirse peligrosamente hacia Rin, supo que no estaba de su lado y era un peligro. Así que, sin pensarlo demasiado, se lanzó para proteger a su amiga.

—¡No quiero hacerte daño! —exclamó mientras intentaba detener los movimientos del joven chico—. ¡Solo quiero que Rin regrese conmigo!

Los ojos del muchacho estaban sombríos, sin vida, y eso hacía que Himeko se sintiera preocupada.

—Por favor, deja de luchar —suplicó, pero el chico no tenía planeado detenerse—. No quiero hacerte daño.

El muchacho golpeó fuertemente a Himeko para alejarla de él, entonces, cuando se pudo liberar de ella. Se acercó a Rin para cumplir con las palabras que resonaban en su mente.

Himeko vio como el arma se acercaba peligrosamente a Rin. Así que, sin pensarlo, se abalanzó sobre Rin y la protegió del ataque. Himeko soltó un quejido al sentir la cuchilla rozar su espalda, pero aun así se mantuvo abrazando el pequeño cuerpo de Rin.

El chico que la había atacado planeaba acabar con ellas. Sin embargo, una figura familiar emergió de las sombras del bosque. Era Sesshomaru con su expresión fría y decidida de siempre.

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SOULMATE; Sesshomaru.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora