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Una mujer regresaba a la pequeña aldea en la que se quedaba luego de buscar algunas hierbas que podrían servirle como medicina.

—Rin —dijo el nombre de una pequeña niña de piel clara, ojos castaños y cabello largo que saltaba animadamente en dirección a la cabaña.

La pequeña niña al mirar a la mujer ha sonreído y no tardó en acercarse, dejando ver cada una de las heridas que tenía en su rostro.

La sangre de la muchacha comenzó a hervir al ver a Rin lastimada. Ella estaba dispuesta a enfrentar a esos aldeanos que se atrevieron a tocarla, pero Rin la detuvo sosteniéndola de su kimono mientras negaba con su cabeza para indicarle que no lo hiciera.

Rin es una niña amable e inocente que no le importaba salir lastimada mientras los demás estuvieran bien. Eso fue algo que llamó la atención de Himeko cuando llegó a esa pequeña aldea y desde entonces había estado protegiéndola.

—Eres tan amable, Rin —dijo acariciando su cabeza, a lo cual ella le dedicó una gran sonrisa—. Traje algunas cosas. ¿Quieres ayudarme?

Rin asintió animadamente mientras ingresaba a la cabaña que compartían. Sin embargo, ella detuvo sus pasos y Himeko al verla temblar se preocupó, por lo que rápidamente ingresó a la cabaña, donde se encontró con un hombre revisando sus cosas.

—¿Qué? ¿Esta cabaña es de ustedes? —preguntó mirándolas fijamente. Aquel hombre tenía colmillos y un ojo rasgado por un animal.

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó Himeko frunciendo el entrecejo mientras se colocaba frente a Rin para protegerla—. Aquí no encontrarás nada de valor...

Ella calló sus palabras en el momento en que escuchó como los aldeanos gritaban aterrorizados que había lobos.

—Mierda... Ya me encontraron.

El intruso las empujó para salir de la cabaña y así huir de los lobos que habían llegado, pero su intento de huir falló, pues en ese mismo instante, un hombre de aspecto lobuno apareció frente a él, exigiéndole que le entregara el fragmento de la perla de Shikon que se había robado.

El ladrón atemorizado comenzó a buscar el fragmento para así entregárselo y en cuando aquel muchacho lo sostuvo en sus manos y comenzaba a irse, el ladrón dijo:

—¿Me dejará ir, Joven Koga?

—Ah. Lo he olvidado —dijo el chico lobuno deteniendo sus pasos. Sonrió de manera satisfactoria mientras cortaba por completo el rostro y cuello del ladrón—. El trabajo ya está terminado por lo que me adelantaré. Ustedes pueden comer tanto aldeanos como quieran.

El cuerpo de ambas muchachas que han presenciado aquel acto desastroso se quedó paralizado por un momento, pero Himeko al ver como uno de los lobos fijaba su vista en ellas ha reaccionado, por lo que rápidamente ha sostenido la mano de Rin con las intenciones de huir.

Ambas han corrido hacia el bosque, esperando huir de los lobos y salir con vida. Sin embargo, Himeko sabía que ellos las alcanzarían, por lo que debía de pensar en algo rápido o de lo contrario ambas morirían en ese bosque.

«Debo proteger a Rin» —pensó la muchacha mientras sostenía fuertemente la mano de la pequeña niña, la cual por un descuido no ha visto una raíz que sobresalía en el suelo y ha caído fuertemente.

El cuerpo de Rin comenzó a temblar ante la posibilidad de morir en ese bosque y Himeko al verla de esa forma ha ocasionado que su corazón se apretujara, pero también que tomara una decisión.

—Debes de huir, Rin —dijo con un tono dulce mientras miraba a la niña, la cual al oírla ha negado rápidamente y se aferró al kimono de la mujer—. Todo estará bien. Yo siempre estaré junto a ti —añadió acariciando el cabello de Rin con suavidad y dulzura—. Ahora huye. Huye por ambas y vive por ambas.

Rin la miró con los ojos llorosos mientras soltaba su kimono y comenzaba a retroceder. La miró una última vez para luego comenzar a correr y huir.

Los lobos que las perseguían no tardaron en llegar hasta donde se encontraban, por lo que la mujer al verlos ha sonreído mientras comenzaba a sacar la espada que siempre portaba, por si debía de defenderse o para simplemente atemorizar a los demás.Ella sabía que no podría vencerlos, pero al menos intentaría de hacer el tiempo suficiente para que Rin huyera y estuviera a salvo.

—Muy bien —dijo con un tono de arrogancia—. ¿Quién quiere ser el primero en morir?

Los lobos se miraron entre sí para luego abalanzarse sobre ella, por lo que rápidamente comenzó a contraatacar, hiriendo así a uno que otro lobo.

Los dientes de algunos lobos habían logrado clavarse en su piel ocasionándole profundas heridas, sus garras arañaban su pecho destruyendo parte del kimono que traía puesto. El suelo comenzó a impregnarse tanto de su sangre como también de la sangre de alguno de los lobos que ella había logrado vencer con su espada.

Himeko sabía que, aunque lograra vencerlos, no sobreviviría debido a que su cuerpo no soportaría todas esas heridas y pérdida de sangre. Sin embargo, eso no la atemorizaba, la muerte no le daba miedo porque lo había hecho para proteger la vida Rin.

«Al menos he protegido a Rin» —pensó mientras su cuerpo caía por completo al suelo y seguía siendo atacada por los pocos lobos que quedaban junto a ella.

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SOULMATE; Sesshomaru.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora