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Sesshomaru había logrado localizar a Himeko, por lo que no tardó en enfrentarse a las dos amenazas que la tenían capturada. Y, aunque la barrera que se encontraba sobre ellos debilitaba sus movimientos y evitaba que esquivara los ataques con normalidad, Sesshomaru no se dio por vencido y enfrentó a esas dos amenazas hasta salvar a Himeko.
Una vez que Himeko quedó en libertad. Se acercó a Sesshomaru y lo abrazó fuertemente mientras le agradecía por salvarla. Sus ojos se llenaron de lágrimas de gratitud y alivio, y Sesshomaru, aunque no era el tipo de persona que mostrara sus emociones con facilidad, sintió una extraña sensación de calidez en su interior al ver la sincera gratitud en los ojos de Himeko.
Sesshomaru la miró con sus característicos ojos dorados. Su expresión fría y distante se había suavizado ligeramente. Himeko lo abrazó con aún más fuerza, como si temiera que Sesshomaru desapareciera si lo soltaba.
Por un par de minutos se mantuvieron en esa posición, pero han tenido que romper aquella cercanía debido a que debían volver con Jaken, Rin y Kirin.
—Le agradezco que me salvara, Señor Sesshomaru —dijo Himeko cuando abandonaron la barrera—. Me aterraba el hecho de no volver a verlos.
Sesshomaru, sin decir una palabra, hizo un gesto con la cabeza, como si estuviera reconociendo su agradecimiento, pero sin darle demasiada importancia. Sin embargo, su mirada no abandonó a Himeko, y su expresión se mantuvo inusualmente suave.
El recorrido de vuelta fue tranquilo pero cargado de un aura diferente. Himeko caminaba junto a Sesshomaru, ocasionalmente intercambiando miradas con él y sonriendo tímidamente.
Cuando finalmente llegaron con los demás, Rin, que siempre tenía un agudo sentido de la percepción emocional, notó el cambio en el ambiente entre Himeko y Sesshomaru. Se acercó a Jaken y susurró:
—Señor Jaken, parece que algo ha cambiado entre el señor Sesshomaru y Himeko.
Jaken, por su parte, arrugó la nariz y resopló:
—No me digas tonterías, niña tonta. El señor Sesshomaru es un poderoso demonio que no se fijaría en una humana.
Sin embargo, incluso él no pudo evitar notar la forma en que Sesshomaru y Himeko se trataban, aunque eran sutiles, eran señales inconfundibles de una conexión que estaba surgiendo entre ellos.
Jaken había comenzado a imaginarse varias situaciones entre su amo Sesshomaru y Himeko, lo cual hacía que el pequeño demonio comenzara a alterarse ante un posible romance.
—¡No, no y no! ¡Eso debe ser imposible! —exclamó Jaken mientras golpeaba el aire con su báculo—. ¡Definitivamente eso no sucederá!
—¿Qué está mal, Jaken? —preguntó Himeko, quien parecía confundida por las actitudes repentinas de Rin y Jaken.
