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Hace tres días que Sesshomaru y Jaken se habían ido para forjar una nueva espada. Desde entonces las muchachas que los acompañaban esperaban su regreso, ansiosas.

—El amo Sesshomaru se está tardando demasiado —dijo. Ella recolectaba algunas flores junto a su hermana mayor—. Él volverá por nosotras, ¿no?

—Míralo por ti misma —le dijo la mujer mientras señalaba detrás de la niña, la cual no tardó en voltearse pudiendo encontrarse con Sesshomaru y Jaken—. Han vuelto.

—¡Amo Sesshomaru! —exclamó Rin emocionada de verlo. Ella comenzó a acercarse al demonio, pero entonces Sesshomaru le exigió que se detuviera.

Sesshomaru había sentido una presencia cerca de ambas, por lo que no tardó en dar un salto para así cortar con su espada algunos árboles y dejar ver al intruso.

—Una mujer —dijo olfateando un momento el aire y sintiendo aquel olor tan reconocido—. Recuerdo el olor. Es el mismo que el de ese hablador Naraku o algo así... el cual intentó colocarme una trampa.

—Así que tú eres el hermano mayor de Inuyasha. Tienes un hermoso rostro —dijo la mujer mirando fijamente a Sesshomaru—. Soy Kagura la manipuladora del viento. Soy una extensión de Naraku.

—¿Extensión?

—Sí, y... esa espada que tienes contigo fue hecha de los colmillos de Goshinki, otra extensión de Naraku.

—¿Qué sucede con eso? ¿Acaso has venido porque Naraku lo quiere de regreso?

—A Naraku no le sirve de nada un Oni muerto. Yo solo he venido por simple capricho —dijo mirándolo fijamente con una sonrisa—. Tal vez, tú seas lo suficientemente fuerte para matar a Naraku.

Sesshomaru no dijo nada. Simplemente, se mantuvo en su actitud desinteresada mientras miraba como Kagura comenzaba a irse.

—¿Por qué una extensión de ese tal Naraku se rebelaría contra él? —preguntó Himeko mientras se acercaba a Sesshomaru.

Himeko se quedó observando a Sesshomaru, quien continuaba viendo por la dirección donde se había ido Kagura. Fue entonces que una sensación de intranquilidad se plantó en su pecho y le hizo preguntarse la razón por la cual comenzó a sentirse así.

—¿Te encuentras bien, hermana Himeko? —preguntó Rin, ocasionando que la mujer reaccionara y la mirara.

—¿Uh? Ah, sí —Himeko asintió, aunque todavía se sentía inquieta por la presencia de Kagura y por la misteriosa conexión que parecía existir entre ella y Sesshomaru.

—¿Estás segura?

—Estoy bien, Rin —sonrió dulcemente para tranquilizar a la pequeña niña—. No te preocupes.

Sesshomaru dejó de prestarle atención a Kagura para así centrarse en Himeko. La observó fijamente por unos segundos, notando que su rostro solo demostraba felicidad. Sin embargo, a pesar de ello, Sesshomaru sabía que algo no estaba del todo bien, pero no podía identificarlo por completo.

 Sin embargo, a pesar de ello, Sesshomaru sabía que algo no estaba del todo bien, pero no podía identificarlo por completo

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Sesshomaru observó como Rin y Himeko se encontraban acurrucadas en Ah – Un para no sentir el frío de aquella noche. Él las observó por unos minutos para luego comenzar a alejarse, ocasionando de esa forma que Jaken se preocupara y le preguntara a donde se dirigía.

—Quédate aquí —exigió cuando se percató de que él pensaba seguirlo—. Solo vigila.

Jaken se quedó en su lugar mientras observaba como su amo se iba alejando y adentrándose en el bosque por donde Kagura se había ido aquella mañana.

—Tal vez al amo le interesó esa mujer —dijo sus pensamientos en voz alta—. Aunque, eso sería extraño.

El demonio soltó un suspiro y volvió a su sitio para esperar que su amo regresara; sin siquiera percatarse de que Himeko había oído sus palabras y que le hizo de nuevo sentirse intranquila.

Himeko no podía detener la intranquilidad de su corazón, así que, con cuidado de no despertar a Rin o de alertar a Jaken, comenzó a dirigirse por el mismo camino que Sesshomaru había tomado.

La mujer siguió el rastro de Sesshomaru a través del oscuro bosque, manteniéndose en silencio y oculta entre los árboles para no ser detectada. A medida que avanzaba, su corazón latía con fuerza, lleno de incertidumbre y preocupación por el misterioso comportamiento de Sesshomaru.

Finalmente, Himeko llegó a un claro en el bosque donde vio a Sesshomaru observando el cielo estrellado.

—¿Por qué estás aquí? —preguntó Sesshomaru. La miró con sus fríos ojos dorados, pero no parecía enojado.

Ella tragó saliva nerviosamente, pero decidió ser sincera.

—La verdad es que no lo entiendo —dijo, ocasionando que el hombre la observara con un poco de confusión—. Yo solo me sentí intranquila.

El silencio entre ellos se hizo incómodo por un momento, mientras Sesshomaru seguía evaluando a Himeko. Finalmente, habló con su característica frialdad.

—Intranquilidad. Esa es una emoción inusual para un ser humano.

Himeko asintió, sin apartar la mirada de él.

—Lo sé. Pero desde que Kagura apareció no he podido dejar de sentirme así.

—Si te preocupa vuestro bienestar —dijo al momento en que volvía a observar el cielo—. Nada sucederá si se mantienen conmigo.

Himeko se mantuvo en silencio. Agradecía que Sesshomaru las protegiera, pero eso no era lo que le preocupaba a su corazón.

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SOULMATE; Sesshomaru.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora