Le Fruit de la DxD ✔️

5 - Recopilación de rencores

Descargo de responsabilidad: No soy dueño de dxd

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Capítulo 5

Hoy, clase, me gustaría presentaros a vuestra nueva profesora. Como ya sabéis, la precaria salud de Oreki-sensei ha hecho cada vez más difícil el desempeño de sus funciones, por lo que estará de baja por enfermedad el resto del año."

El director se ocupó personalmente de la cuestión, haciendo que la clase se acostumbrara a la idea del cambio repentino.

A todo el mundo le había caído bien Oreki Yuuri, pero con lo enfermiza que siempre había sido, no fue una verdadera sorpresa.

Por supuesto, Yuuji no necesitaba que le "calentaran" la idea, ya que apenas había conocido a su antigua sensei, y Raynare y Asia apenas podían disimular su entusiasmo, ya que conocían a la sustituta.

Era de esperar.

Al fin y al cabo, Rias había cumplido su promesa después de sólo un día, tal y como había dicho.

"Así que sin más preámbulos, por favor pónganse de pie y saluden a su nuevo profesor, Kalawarner-sensei."

En ese momento, una mujer alta, hermosa, con una expresión severa y el pelo largo y azul entró en la sala.

Kalawarner había elegido un atuendo más modesto del que solía llevar, pero como Ángel Caído, su "modesto atuendo" aún podía provocar accidentes de tráfico.

Bajo una americana blanca abierta, un jersey de cuello alto sin mangas de color granate luchaba valientemente por contener su enorme pecho.

Una falda corta negra se ceñía a sus anchas caderas, combinada con medias largas de color marrón oscuro y tacones negros.

La expresión severa, casi fría, se mantuvo sólo unos segundos, antes de suavizarse en una sonrisa serena, casi acogedora.

Yuuji notó que sus ojos suaves y color avellana recorrían la clase y se tomaba el tiempo de mirar directamente a todos y cada uno de ellos.

Su suave sonrisa se ensanchó un poco cuando su mirada se posó en sus compañeros de casa y en él.

La clase estaba, hablando sin rodeos, cautivada.

Cubriéndose ligeramente la boca con la mano en la barbilla, Yuuji sonrió para sí.

Había visto esa misma compasión tierna y maternal en sus ojos cuando miraba a Ray o a Asia, y ahora miraba a toda la clase de esa manera.

"Saludos, clase, es un placer conocerles. Hasta ahora sólo había trabajado como ayudante de un profesor, así que éste será mi primer puesto a tiempo completo. Dicho esto, estoy deseando trabajar con todos vosotros y haré todo lo posible para que tengáis una vida satisfactoria en el instituto. Así que no dudéis en acudir a mí si alguna vez necesitáis ayuda, mi puerta siempre está abierta".

La clase se fue derritiendo lentamente a medida que su voz, rica y sincera, recorría la sala.

"Tengo fe en las habilidades de todos y cada uno de vosotros, y prometo hacer todo lo posible para ayudaros a desarrollar vuestro talento... como sea".