capitulo 2: Refugio en la desesperación

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HAIYUN~

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HAIYUN~

18 años

Toda la escuela estaba sumida en un caos total. ¿Por qué actuaban así? ¿Qué estaba ocurriendo? ¡Una chica había devorado a nuestro profesor delante de nosotros! ¿Es posible que un ser humano consuma a otro de esa manera, sin ningún atisbo de conciencia?

Corrimos lo más rápido posible, sin atrevernos a mirar atrás. Solo queríamos encontrar un lugar seguro donde escapar de este desastre. Tras una frenética carrera, uno de nuestros compañeros sugirió refugiarnos en el laboratorio de la escuela. Al llegar, encontramos el lugar deshabitado, lo que nos permitió recuperar el aliento después de ese horrendo espectáculo. Yeong y Yoshijo cerraron la puerta y la bloquearon con una silla para sentirnos un poco más seguros.

—¿Qué rayos está pasando? ¿¡Por qué la escuela entera actúa así!? —exclamó Suri, reflejando la preocupación que todos compartíamos.

—No lo sé, todo esto es muy extraño —respondió Yoshijo, situándose a un lado de Suri. La confusión era palpable; no había una explicación clara para lo que estábamos viviendo.

—¡Vivo! —exclamó Azumi, sobresaltada.

—¿De qué hablas? —preguntó Hayeonk.

—La película, ¿no te recuerda a eso? —dijo Azumi dirigiendo su pregunta hacia mí. Se refería a la película que me había mantenido despierta toda la noche. Ya lo había pensado antes, pero había descartado la idea por parecer demasiado ilusoria.

—Eso es solo una película, esto es la vida real —respondí.

—Pero piensa en esto: todo lo que está ocurriendo ahora es muy parecido a lo que sucede en la película —dijo Azumi de manera convincente.

Ella tenía razón. La chica que había atacado al profesor actuaba de la misma manera que los no muertos en la película. Aunque no era una explicación lógica, no era imposible que alguien pudiera crear un virus zombie. Estábamos desconcertados y atemorizados, algunos lloraban, otros temblaban, sin saber qué hacer.

—¡Ya basta! —gritó Yazu, interrumpiendo el silencio. Todos lo miramos con confusión. Yazu se levantó del suelo con una actitud desafiante.

—¿Qué te pasa, Yazu? —pregunté, imitando su postura. —Yo soy mucho más importante que todos ustedes aquí. ¡No merezco morir!

¿Es en serio? ¿Iba a comportarse así en una situación como esta? Era un egoísta y soberbio, siempre menospreciando a los demás por su estatus social.

—¡Oye! —exclamé, molesta. —Este no es momento para tus estúpidos berrinches.

—Sabes perfectamente que lo que digo es verdad. No quiero estar aquí con unos desaliñados como ustedes.

—¿Qué acabas de decir, maldito imbécil? —Me exasperaba su actitud egocéntrica. Recibíamos malos tratos de su parte solo porque su familia tenía un buen estatus económico. No valía la pena defendernos o acusarlo a los profesores; siempre lograba salirse con la suya.

Yazu no respondió. Puso los ojos en blanco y nos dio la espalda.

—Me largo —fue lo único que dijo antes de quitar la silla y abrir la puerta del laboratorio.

—¡Yazu! ¿¡Qué estás haciendo!? —grité, sorprendida. Todos se levantaron desconcertados. ¿Acaso estaba loco? Sabía el caos que había afuera y prefería arriesgar su vida en vez de permanecer a salvo con nosotros. Quise ir tras él, pero al dar un paso, vi cómo los espectros se lanzaban sobre él, devorándolo como perros hambrientos. Los gritos de dolor de Yazu hicieron que todos gritáramos de miedo. Me aparté, cubriendo mi rostro con las manos para no ver esa escena perturbadora. Escuché los gritos desesperados de los demás pidiendo que cerráramos la puerta. Quité mis manos y rápidamente coloqué la silla de nuevo detrás de la puerta. Mi respiración era entrecortada, mis manos temblaban, y mi pulso estaba acelerado. Miré a los demás; el miedo se reflejaba en sus rostros. Necesitábamos salir de ahí.

—Eso no los detendrá por mucho tiempo. Necesitamos encontrar un lugar más seguro —dijo Hayeonk con voz débil.

Miré alrededor buscando una salida. Vi la ventana al fondo del laboratorio. Detrás de ella había un callejón que llevaba a las aulas principales, cerca de la cafetería. Podría ser una salida viable.

—Oye, la ventana —dije dirigiéndome a Azumi, esperando que entendiera la idea. —Tienes razón, podemos salir por ahí —confirmó Azumi.

—Pero la ventana siempre está asegurada, y no tenemos la llave —mencionó Daiki. Tenía razón; los profesores siempre la cerraban para evitar que los alumnos escaparan de las clases aburridas.

—¿Y si la rompemos? —propuse. Mis amigas y yo tomamos algunas herramientas del casillero del laboratorio y comenzamos a golpear la ventana hasta romperla.

—Salgamos de aquí —dije.

Tiramos las herramientas al suelo, provocando un ruido que atrajo la atención de los espectros. Escuchamos cómo golpeaban la puerta con una fuerza sobrenatural, creando abolladuras en el metal. Rápidamente, subimos por la ventana al callejón. Justo a tiempo, ya que los espectros lograron abrir la puerta y entrar al laboratorio. Agachados y en silencio, caminamos para no llamar su atención. Cada aula estaba llena de ellos. Noté que una de nuestras compañeras, Chuzui, parecía muy mal.

—¿Te pasa algo, Chuzui? —hablé en voz baja.

—Estoy bien, no te preocupes —respondió.

Debería haberme preocupado más por ella en ese momento, no ignorar el problema. Si lo hubiera hecho, tal vez no hubiéramos tenido tantos problemas.

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