Capitulo 7: Cazador en la oscuridad

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Estábamos paralizadas, aterradas. Verlo ahí frente a nosotras me daba escalofríos. "Ha vuelto", esas palabras daban vueltas en mi cabeza una y otra vez, "El ha vuelto".

—¿Q-qué estás haciendo aquí? —mi voz temblaba, al igual que mis manos. El chico sonrió al ver el miedo que provocaba en nosotras.

—¡Lárgate! —Los chicos me miraban confundidos, mis amigas estaban paralizadas del miedo.

—¿Irme? ¿Tan pronto? Pero si nos acabamos de encontrar, tenemos mucho que hablar, ¿no creen? —hablaba sin quitar esa escalofriante sonrisa de su rostro.

—Por favor, déjanos tranquilas —dijo Haiyun con una voz débil. Al momento en que habló, su sonrisa se transformó en una mirada fría e indiferente.

—¿De qué hablan? Él nos ayudó, lo vamos a necesitar. ¿Por qué debería irse? —preguntó Yeong, confundido.

—Deberían tomar en cuenta el consejo de su amigo —el chico se acercaba cada vez más, con pasos lentos y deliberados, como un depredador acechando a su presa.

—¡No! Él tiene que irse —lo miré fijamente, y él se acercó hasta quedar cara a cara conmigo. Su aliento era frío y me erizó la piel. Luego se acercó a mi oído para susurrar aquellas palabras que me causaron escalofríos.

—Escúchame bien, me las van a pagar todas y cada una de ellas. Primero me voy a deshacer de sus amiguitos y luego iré por ustedes. Pero ya sabes cómo soy, me gusta la cacería. Tienen cinco minutos.

Después de eso, el chico nos dio la espalda y se alejó entre la oscuridad. Supe que era momento de escapar, y no de los zombis, sino de él.

—¡Tenemos que escondernos! —le dije a mis amigos, quienes, a pesar de sus miradas confundidas, nos siguieron. Llegamos a un salón de clases que se encontraba vacío, las ventanas rotas dejando que el viento susurrara a través de las grietas.

—Deben esconderse, chicos —les dijo Suri con una mirada preocupada.

—¿Pero qué está pasando? ¿Quién es ese chico? —le preguntó Daiki desesperado, pero no respondimos. Los encerramos en el salón de clases, pero antes de eso, Haiyun tomó el arco de Juwon y las demás armas que tenían. Se enojaron, obviamente, pero solo queríamos protegerlos.

—Solo quédense aquí y no hagan ningún ruido si no quieren morir.

Nos alejamos del salón de clases, y en cierto punto nos dividimos. Las cuatro buscamos un escondite para estar a salvo mientras.

Me quedé cerca del escondite de Hayeonk, procurando que no hiciera ningún ruido, pero fue en vano. De repente, se escucharon pasos lentos. Era él, el sonido de su hacha arrastrándose, estaba cerca.

Me preparaba por si pasaba lo peor, pero descuidé a Hayeonk, quien entró en pánico y provocó un ruido que lo atrajo. Él la encontró. El miedo me paralizó, no supe qué hacer, solo vi cómo de un golpe hizo que se desmayara. Vi cómo la levantaba y la llevaba al salón de arte. No podía quedarme sin hacer nada. Le apunté con mi ballesta con la única flecha que me quedaba, estaba a punto de disparar, cuando de repente Suri apareció y lo atacó por detrás. El chico empezó a forcejear con ella, e hizo que cayera al suelo. Teniéndola allí indefensa, intentó golpearla con el mismo tubo de metal con el que golpeó a Hayeonk, pero Suri fue más rápida y lo pateó muy fuerte en la entrepierna. Él se quejó, y Suri aprovechó para correr, pero él igual la alcanzó y la golpeó, haciendo que también se desmayara.

Estaba estupefacta. Me escabullí sin que me viese y luego corrí hasta llegar donde Haiyun. Llegué con mi respiración agitada y el corazón latiendo a mil.

—¿Qué pasó? —Haiyun me miró horrorizada, y a duras penas pude contarle lo que había sucedido.

—Debemos ir por ellas —caminó con determinación, pero tomé su mano y la detuve.

—Es muy peligroso —le dije, recuperando mi respiración acortada.

—¿Y si les hace algo?

—Vamos por los chicos —le mencioné mi idea, pero su cara decía que era la peor de todas.

—¿Estás loca? Los pondremos en peligro.

—No podemos hacer esto solas, Haiyun —su mirada atemorizada me decía que no quería hacerlo, pero poco a poco suavizó su expresión.

—Está bien.

El camino estaba completamente solo y en silencio, lo cual era atemorizante y me causaba escalofríos. Él podía estar en cualquier parte. Mientras yo procuraba que el chico no nos atacara de repente, Haiyun estaba al pendiente de que no nos siguiera y nos viera llegar hasta los chicos.

Finalmente, llegamos al salón de clases y abrimos la puerta con cautela. Los chicos nos miraron con preocupación y curiosidad.

—Vamos, debemos salir de aquí y buscar un lugar más seguro —dijo Haiyun en voz baja, entregándoles las armas que habíamos tomado.

—¿Qué está pasando? —insistió Yeong, pero no había tiempo para explicaciones.

Justo cuando estábamos a punto de salir del salón, escuchamos el inconfundible sonido del hacha arrastrándose por el pasillo. Nos detuvimos en seco, el miedo palpable en el aire. El chico se estaba acercando.

—Corran —susurré, y sin esperar respuesta, comenzamos a movernos en silencio, esperando encontrar un nuevo refugio antes de que fuera demasiado tarde.

Pero entonces, justo cuando pensábamos que habíamos escapado, una sombra apareció al final del pasillo, bloqueando nuestra única salida. El chico estaba allí, con una sonrisa maliciosa en su rostro, su hacha brillando a la luz tenue.

—Les dije que me las pagarían todas —dijo, avanzando lentamente hacia nosotros.

Nos miramos unos a otros, sabiendo que el tiempo se acababa y que nuestra única opción era enfrentarlo. Con el corazón latiendo con fuerza, nos preparamos para luchar, sabiendo que este sería un enfrentamiento a vida o muerte.

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