uno

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UNOsoul

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UNO
soul

    Izuku se sintió en una nebulosa de la que no podía salir. Se sentía cuerdo, pero también sentía que estaba volando. No entendía lo que le pasaba, y lo último que recordaba era estar en el baño cubierto de sangre.

    —¿Qué haces aquí? —le había preguntado alguien. Él se sobresaltó creyendo que estaba solo, y cuando se giró para encarar a la persona que le había hablado, vió una alta figura cubierta de una túnica negra, y empuñando una guadaña. Tuvo que enfocar su vista para verlo bien, ya que lo veía un tanto borroso. El ambiente estaba nublado, y Midoriya sentía estar en su casa, pero como si el tiempo se hubiese detenido para él.

    —¿Quién...? ¿Quién eres? —se atrevió a preguntar, sin entender la pregunta que ese ser le había hecho.

    —¿En serio me estás preguntando eso? —preguntó en un tono algo brusco, acercándose más a él. Sus pasos hacían eco en donde sea que se encontraban, y el pecoso no tuvo reparos en descolocarse al percibir el tono de voz que la figura desconocida había empleado—. ¿Con la túnica y la guadaña no te basta o qué?

    Izuku tembló un poco, y cuando cayó en cuenta de las cosas, soltó un gran jadeo que terminó con el ser quejándose por lo bajo.

    —¡¿E-Eres la muerte?! —gritó, temblando. Inconscientemente se apartó un poco, sin creer lo que estaba pasando—. ¿Estoy muerto?

    —Idiota —se quejó—. Tú fuiste el que quería morir, ¿por qué te sorprendes?

    Y entonces Izuku lo había recordado. Él por su cuenta había ido al baño de su hogar, él mismo cortó sus propias venas y el charco de sangre que recordaba lo había provocado el mismo. Un sabor amargo se impregnó en su garganta, y su voz tembló un poco.

    —... ¿Estoy muerto? —volvió a cuestionar. No podía ver la cara de La Muerte, y eso lo hacía sentir más nervioso—. ¿Dónde estamos?

    —No estás muerto —contestó al fin. Midoriya se sintió aliviado pero al mismo tiempo decepcionado—. No es tu hora aún. Tú estás en el hospital.

    —Oh... —suspiró, entendiendo—. Entonces mi madre me encontró antes de que muriera.

    —Exacto. Que inteligente —respondió en tono sarcástico. El pecoso no podía creer que La Muerte fuese tan agresiva—. En algún momento despertarás y olvidarás todo esto.

    —¿Dónde estamos? —volvió a preguntar.

    —Ni en el cielo ni en el infierno —contestó. Su tono era distante, frío, como si no tuviese intenciones de hablar con él—. Sólo un vacío, hasta que despiertes.

    —¿Puedo ver tu rostro? —se atrevió a preguntar de nuevo. La Muerte soltó un gruñido, como si estuviese harto de las preguntas que estuviese haciendo.

    —Obvio no —habló—. ¿Por qué mierda quieres verme la cara?

    —... Curiosidad —respondió, repentinamente avergonzado. La figura suspiró, y se puso a un lado del chico.

    —Eso no hace falta —fue lo único que pudo decir—. Ya estás por despertar. Nos vemos después, espero que no aún.

    Fue en ese momento cuando Midoriya sintió su propia figura desvanecerse, aunque el ser a su lado seguía ahí sin inmutarse. Si Izuku estaba a punto de irse y no recordaría nada de lo que sucedería ahí, se atrevería a acercarse un poco más.

    —Apártate —habló La Muerte apenas el pecoso se acercó más. Y cuando el chico estuvo a punto de despertar, pudo bajar la capucha de la túnica, revelando su figura.

    Entonces Izuku se sintió hechizado por la figura. Sus ojos rubíes que lo miraban con irritación, ese cabello rubio cenizo que parecía ser el más hermoso que él había visto, su piel pálida perfecta y su rostro contorsionado en una mueca llena de frustración al ser revelado de esa manera.

    En ese momento, pensó que la muerte era hermosa.

    En ese momento, pensó que la muerte era hermosa

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ㅤtake on meㅤ★ㅤbakudeku !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora