seis

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SEISokinawa

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SEIS
okinawa

    —Hey —una figura de repente apareció detrás de él, y él se sobresaltó girándose rápidamente—. ¿Te asustaste? Nadie te puede hacer daño, idiota.

    —S-Sí, me asustaste —rio Izuku nerviosamente, viendo de manera anonadada la figura de La Muerte. Le encantaba que cada vez que estaban los dos solos, el ser dejaba caer un poco su capucha para dejarle ver a él y sólo a él parte de su rostro—. Es que fue repentino.

    —Esa era la idea —carcajeó el cenizo. Izuku se sintió embelesado, atraído hacia él—. ¿Qué hiciste mientras no estaba? Apuesto a que me echaste mucho de menos.

    —Sí —Midoriya no percibió el tono de burla que había usado La Muerte, terminando por admitir que en verdad lo había echado de menos. La figura se quedó callada—. Conocí a otra alma en pena como yo. Uraraka.

    —Ah, Uraraka —asintió el ser—. Aparentemente la policía abrió una investigación para encontrar a la culpable. Eso es bueno para ella.

    —Sí... —suspiró Deku. No sabía que haría si la policía abría una investigación para su propio caso.

    —Tu madre pega carteles todos los días en la ciudad, pero la policía siempre los quita —comentó el de ojos rubíes. Midoriya sintió pesar por su madre—. Esa mujer nunca se va a dar por vencida. Te amaba demasiado.

    —¿No hay manera de que vuelva? —preguntó sin quererlo, y La Muerte lo miró como si hubiese dicho la mayor idiotez del mundo.

    —Cosas como la resurrección no existen —habló, con la voz algo rasposa—. Así que no puedes. Ya estás muerto, ahora sólo puedes vagar por ahí hasta que tu alma sea liberada y vayas al cielo. Si quieres volver a hablar con tu madre, pues espera a que ella también muera.

    Izuku se quedó callado, mirando hacia abajo. Aún así, lo entendió.

    —¿Puedes ir a cualquier lugar del mundo? —preguntó el chico para desviar el tema. La figura soltó un suspiro cansado.

    —Sí, ¿por qué? —respondió, mirándolo—. ¿Quieres ir a algún lugar?

    —Siempre me llamó la atención ir a Okinawa —habló, con una suave sonrisa—. Mi madre siempre me dijo que cuando pudiera, me llevaría ahí para divertirnos.

    —Eres un dolor de cabeza tú también —gruñó La Muerte, rodando los ojos—. Está bien, vamos.

    —¿E-Eh? No, no hace falta... —el alma del chico no tuvo reparos en sonrojarse al notar como la figura tomaba su mano y ambos comenzaban a desaparecerse, al parecer teletransportándose hacia la isla a la que tanto quería ir Izuku—. No tenías que...

    —Mal por ti, ya lo hice —contestó el ser. Izuku primero se sintió nervioso, pero al momento de estar en la isla justo frente a la playa, sus ojos brillaron. Una sonrisa apareció en su rostro, y La Muerte silenciosamente admiró cada reacción por parte de la pobre alma en pena.

    —Esto es increíble —susurró, admirando la vista. Después miró al ser, y volvió a sentirse nervioso—. ¡L-Lo siento! Te hice perder el tiempo... Podemos volver si quieres–

    —No me importa —contestó, encogiéndose de hombros. Deku le sonrió suavemente, y el ser apartó la mirada—. Ya me haces perder el tiempo siempre, no me importa que lo hagas un poco más.

    —¡Oye! —exclamó, ofendido.

    —¡Oye! —exclamó, ofendido

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