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SIETE beautiful
—¿Qué me ves? —le preguntó La Muerte de manera brusca, al notar la manera en la que Izuku parecía admirar cada detalle de su rostro que no había podido ver por la capucha.
—Eres muy hermoso —se le escapó. Al darse cuenta de lo que dijo se tapó la boca de inmediato sonrojándose sin reparos, comenzando a temblar de los nervios.
—¡P-Pues claro que lo soy! —se apresuró a contestar el ser—. ¡Soy La Muerte! ¡¿Creías que me iba a ver horrendo?!
—¡N-No! ¡No, no quería que pensaras eso! —dijo Midoriya de inmediato—. ¡Hablé sin pensar!
—¡Me di cuenta!
Ambos se quedaron callados, mirando hacia direcciones contrarias. Izuku se preguntó si lo había puesto nervioso, pero no lo vio posible. Era la muerte, ¿podría ponerse nervioso por unas simples palabras de parte de una triste alma en pena? Creía que no.
—Antes de mí, ¿también pasabas tiempo con otras almas en pena? —se atrevió a preguntar Izuku después de un silencio tenso.
—¿Por qué? ¿Estás celoso? —cuestionó con burla, y Deku volvió a sonrojarse.
—N-No, yo sólo... Tenía curiosidad —contestó de prisa, y La Muerte se quedó un rato callado.
—Puede ser —respondió, mirando hacia el cielo—. Antes de ti, hablaba con un alma en pena que duró vagando por ahí muchos años. Al final su alma quedó liberada, y desde ese momento no volví a hablarle.
Midoriya pensó que él podría sentirse realmente solo. ¿En verdad podría sentirse solo, de la misma manera en la que él como alma en pena se sentía? Incluso llegó a sentirse mal, y cada día más sentía la necesidad de no apartarse de su lado. Empezaba a desear que su alma no fuese liberada jamás.
—¿Cómo se llamaba?
—Eijiro.
—Eijiro... —repitió—. ¿De qué murió?
—Bala perdida —contestó de manera simple—. Era policía, y quiso proteger a una compañera de él. Terminó por recibir una bala perdida. El asesino escapó, y lo atraparon muchos años después.
Izuku se puso a pensar que el mundo en el que vivía estaba lleno de maldad. Cosas malas pasaban todos los días, cada vez había más almas en pena vagando por ahí. Sintió que, ser un alma en pena que podría hablar con La Muerte una pequeña parte del día no era tan malo. Su vida había acabado, pero la vida que había hecho siendo una miserable alma en pena comenzaba a gustarle mucho más.
—Ser un alma en pena no es tan malo —susurró el pecoso. La Muerte lo miró de manera atenta—. Así puedo hablar contigo todos los días.
—Eres un idiota —contestó la figura; ¿eso rojo en sus mejillas era que se había avergonzado? Se preguntó Izuku—. Me dices que soy hermoso y que te gusta ser un alma en pena ya que puedes hablar conmigo, y aún así no me recuerdas.
—¿Cómo? —formuló el chico, confundido—. ¿Nos habíamos visto antes?
—Dos veces, en realidad —comentó el ser. Izuku alzó sus dos cejas, sorprendido—. Tienes pésima memoria, Deku.
—No lo recuerdo.
—La primera vez fue cuando eras pequeño —mencionó—. Y digamos que yo también lo era. La segunda, fue cuando estabas en el hospital.
La boca de Midoriya se abrió un poco más, recordando por fin.
—Eras tú —susurró, impresionado—. ¿Por qué?
La figura sólo pudo encogerse de hombros, sin mirarlo.
—Eres hermoso —volvió a decir Izuku. La Muerte se tensó.
—Cállate. Ya lo sé.
—Cuando te vuelves un humano, ¿cuál es tu nombre? —preguntó, y el ser lo miró sin entender la pregunta—. No puedes estar por ahí con los humanos diciendo que te llamas La Muerte.
—Me dijiste que te llamara así cuando nos vimos en un parque de niños, ¿verdad? —cuestionó Izuku. La Muerte asintió con la cabeza—. ¿Te molesta si te comienzo a llamar así?
—Como sea —respondió el ser. Izuku sonrió—. Hay personas que ni siquiera saben que existo. No me molesta que tú me llames Kacchan.
—Está bien —contestó Midoriya—. Eres hermoso, Kacchan.
—Que ya lo sé, imbécil.
La Muerte era agresiva. Pero La Muerte también tenía nombre y apellido, y a Izuku le encantaba.
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