La sangre comenzó a latir tras mis orejas con ritmo, la ira comenzó a desaparecer todos y cada uno de los pensamientos coherentes que podía haber tenido, como si fuera una bruma rojiza fue avanzando lenta e inexorablemente por todos y cada uno de mis miembros. Mis muelas se apretujaron entre ellas hasta que chirriaron cuando le vi palmeando la espalda de Roderic en gesto de colegueo, no estaba para nada preocupado por la turbación que había desatado a su alrededor, estaba de lo más relajado riéndose por algo de lo que hablaban y que yo no pude escuchar. Por un momento pude visualizarme corriendo hacia él con mi pistola y acabando de una buena vez por todas con el rey del miedo.
No fue otra cosa que el apretón de Dakota que me hizo volver en sí a medias, pude ser consciente del temblor de mis manos, que digo de mis manos, de todo mi cuerpo. Temblaba de pies a cabeza y sudaba a mares al tratar de contener la rabia acumulada, pero el colmo fue cuando al girarse a admirar la comunidad en la que vivíamos su mirada cruzó con la mía.
Sus ojos eran de un color azul impresionante, pequeños y llenos de malicia, sus facciones eran muy marcadas y con el pelo trenzado parecía un auténtico vikingo. Vi cómo lentamente se le dibujaba una sonrisa y asentía en mi dirección:
- ¿Ella es la otra doctora?
- Así es, Bella. – Asintió sumiso Roderic, quien extendió una mano en mi dirección, - acércate y saluda – me instó con un movimiento.
Yo me limité a mirar fijamente el gesto de mi líder en total silencio hasta que su brazo fue cayendo lentamente, Salvador entonces prorrumpió en carcajadas. Pude sentir a Dakota inclinarse en su dirección, como si tuviera intención de tirarse contra él y yo me posicioné al frente para aplacarlo.
- Parece que se le ha comido la lengua el gato a esa doctora tuya. Puedes acercarte que no muerdo... si no me lo pides, claro... - rio Salvador.
Juro que pensé en ser una buena chica, pero estaba tan cansada de que todo el mundo me tomara por tonta... Estaba tan cansada de los comentarios asquerosos que se hacían hacia mi persona, que, por un momento, sólo pensé en soltar al monstruo, aunque sólo fuera aflojarle la correa.
- Aquí estoy bien, gracias. – hablé con la voz más ronca de lo que esperaba, traté de mantener bajo control los temblores de mis manos entre prietos puños. – Y si vuelves a hablarme de esa manera me aseguraré de que sea la última vez que muerdas algo.
- Vaya, vaya... Pero si habla, ¡y tiene pelotas! – rio mientras aplaudía y su séquito de locos le seguía.
- Salvador, yo... - Trató de disculparse Roderic, pero vi cómo levanto una mano groseramente y le acalló.
- ¡Ella me gusta! – me señaló con el índice – pero, aunque me guste tu lengua, Bonita, igual si vuelves a hablarme de esa manera me encargaré yo mismo de cortártela. – Desvió brevemente su mirada a mis espaldas y se dio media vuelta sin decir nada más
Iba a contestar, pero sentí la agitada respiración de Dakota en mi nuca y supe que estaba justo tras de mí gracias al calor que emanaba su cuerpo en la distancia, no tuve que darme la vuelta para sentir el aura de advertencia que estaba emanando, supe que me estaba flanqueando sin yo pedirlo y aquello aplacó a mis demonios colmándolos de agradecimiento y de un sentimiento que no sabría explicar.
- Venimos a oficiar la paz, en equipo tal y como acordamos en una pasada reunión vuestro querido Roderic y yo. Pero una paz duradera no puede darse sin unas reglas, las reglas son las que permiten que todo funcione como un reloj. A partir de ahora, nosotros os aseguramos que no habrá más ataques a cambio de una división de todos y cada uno de vuestros recursos, creo que es algo justo. La seguridad se paga, y ese es nuestro precio, de momento...
- Creo que es algo que mejor deberíamos discutir a solas, Salvador – murmuró Roderic.
- Y yo creo que es algo que toda tu gente debería saber, ¡vamos, viejo! – Exclamó – Te estoy ahorrando el trabajo de luego tener que maquillar, mentir y romperte la cabeza por encontrar la manera de decírselo.
- Pero... - una sola mirada bastó para acallarlo definitivamente.
- Hemos deliberado sobre la cuantía de suministros y creemos que la mitad de todo lo que tenéis o que podáis ir recabando en futuras expediciones es algo más que justo. De hecho, creo que estamos pecando de altruismo... Por supuesto, como gesto de buena fe, os dejaremos una semana para que podáis poneros al día antes de hacer la primera recogida.
- ¡Pero no nos será suficiente para alimentar a todos! – estalló alguien a mis espaldas, estaba tan impactada con la noticia que no atiné a girarme a ubicar la procedencia de la voz.
- Entonces priorizar a los que de verdad necesitan comer, pero creo que esa gestión ya incumbe a vuestro jefe... Abraham – dio un chasquido de dedos y uno de los hombres más grandes que le acompañaban caminó en nuestra dirección sin ninguna dubitación.
- ¡Hey!, ¿qué te crees que estás haciendo? – rugí cuando me apartó de un empujón, desestabilizó a Dakota y me apresuré a ayudarle a que se mantuviera en pie.
Sacó agarrando de la melena a María, una de las cocineras del campamento, ella chillaba revolviéndose entre lágrimas, pero no la soltó hasta que la arrojó a los pies de su líder.
- Por favor, tengo una niña pequeña – suplicó entre sollozos, arrastrándose hacia Salvador.
- Como ya dije, hay unas reglas y no se van a empezar incumplir el primer día. No toleraré ninguna falta de respeto hacia mí y mi gente es considerada una extensión de mí, en este caso – adelantó un paso hacia la morena que se hacía una bolita en el suelo presa del pánico. – Podría propinarte una paliza que haría que olvidaras hasta tu nombre, - mi cuerpo se tensó y si no nos hubiéramos estado agarrando mutuamente Dakota y yo, tengo por seguro que alguno hubiera hecho algo.
- Roderic – habló Mafi, suplicante por que parase aquella locura, éste, sin embargo, desvió la mirada hacia otro lado.
- Sin embargo, - comenzó nuevamente Salvador – como bien has señalado, tu campamento no va a gozar de medicamentos sobrantes para tratarte ni de comida para alimentarte... así que como el último acto de generosidad del día les solucionaré el problema – Y de un solo movimiento, sacó su machete del cincho y le cortó la garganta.

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Furia.
Science-FictionSolo los que han caído a ese abismo saben de lo que hablo, saben lo que es que te duela como si fuera una antigua lesión que no se ha curado correctamente. Cicatrizas y sigues adelante, más fuerte, más astuto que antes, pero con más cautela, con más...