Capítulo 3

223 37 9
                                    

HONNE

Los verdaderos sentimientos y deseos de una persona.

DISCLAIMER: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, pero la historia es de mi autoría.

...

Capítulo 3. Quien lucha como una dama.

Habiendo pasado ya casi seis meses de la muerte de su padre, la rutina de Sakura se había transformado en un ir y venir en piloto automático.

Seguía yendo a sus prácticas de kendo, seguía practicando su tiro con arco en el jardín, acudía al templo a orar de vez en cuando, ayudaba a su madre en lo que necesitara, así como también le hacia una visita diaria a la madre de Sasuke.

No obstante, para cualquiera que la viera mientras llevaba a cabo dichas actividades, sería más que obvio que la doncella se encontraba perdida en sus cavilaciones mentales. Dándole una y mil vueltas al por qué su vida se había convertido tan de repente en aquel inmerecido pozo de incertidumbre y soledad.

Desde la partida de su padre y la de su mejor amigo dos días después del funeral, la vivaz aura que acompañaba a la joven de cabellos rosados a donde fuera se había diluido hasta dejar una perpetua cortina de melancolía ensombreciendo su expresión. Ya no sonreía para nadie que no fuera su progenitora o la madre Sasuke, a sabiendas de que ésta última no podría comprender lo que le pasaba y al mismo tiempo para cumplir su promesa de cuidar bien de ella. Aunque, para las demás personas, Sakura había perdido todo su color y alegría.

Ni siquiera las misivas que recibía de su amigo conseguían sosegar la soledad que asfixiaba su corazón hasta dejarlo sin aliento.

De no ser porque Mebuki nunca se lo permitiría, probablemente seguiría metida en su habitación durmiendo, como había hecho toda la semana posterior a la muerte de Kizashi; no saliendo ni siquiera para desearle buen viaje a su amigo, quien prefirió ser quien fuera hasta ella y le pidiera su bendición antes de partir.

El amargo recuerdo de su despedida siempre la hacía llorar a mares, por lo que, estando en un sitio demasiado inadecuado para hacerlo, no tuvo de otra más que concentrarse en el mundo afuera de su cabeza.

—¿Le parece que me ha quedado bien, Mikoto-san? — preguntó tímidamente a la mujer a su lado, extendiendo el bordado que había hecho para que lo inspeccionara.

—Sí cariño, es precioso... — ella respondió apenas dándole un corto vistazo, para luego regresar a su propio trabajo manual. Mientras Sakura había dibujado un ramo de narcisos, en la tela de la matriarca Uchiha se encontraban un par de aves color azul —. A Itachi-kun le encantaba salir por las mañanas al bosque para ver volar los pájaros.

—Sí, lo recuerdo — en realidad, más que recordarlo, lo sabía porque Mikoto se lo había repetido incesantemente desde que tenía 10 años.

—Y a Sasuke-chan le enfurecía que no lo levantara para ir a verlos juntos — ya demasiado acostumbrada a escucharla hablar de su hijo menor en tiempo pasado, la pelirrosa no dijo ni una palabra —. Seguro que, de poder hacerlo, Itachi-kun seguiría prefiriendo ir solo en lugar de llevarse a su hermanito con él.

—Probablemente...

—Dime cariño mío ¿Los extrañas tanto como yo? — todos los días, sin falta, la señora Uchiha le hacía la misma pregunta.

Y aunque antes Sakura solía aclararle que extrañaba a Itachi pero que aún contaba con Sasuke siempre a su lado, los últimos seis meses había comenzado a responder otra cosa:

HonneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora